Mérida, Yuc.- Lo extraordinario de Pedro Infante se nota en sus actuaciones, cuando se ve a sí mismo, cuando su instinto actoral sale a la luz, pese a carecer de técnica y de escuela hasta para el canto.
Así describió Carlos Monsiváis al Pedro de la Época Dorada del cine mexicano, del que dijo, se inventa y reinventa, al histrión sin escuela que “cala hondo en una sociedad sedienta de héroes de carne y hueso, de mexicanos de verdad”.
El prolífico escritor desnudó y desmembró la filmografía del ídolo de México, llena de color con películas como Nosotros los pobres. Pero despedazó otras como Tizoc, y el protagonismo no sólo en los créditos, sino en las poses, en las palabras, en las miradas de Infante y Félix, de los que dijo, la vanidad les impidió actuar.
Crítico, ácido, Monsiváis hizo alusión a la figura de Infante. Mencionó que los comparativos con Negrete y Armendáriz son necesarios, pero subrayó que los tres no eran actores y que vivieron de guiones lejanos a la realidad de la época, en un periodo en el que el otro argumento cinematográfico se basaba en la música, en el canto.
El creador habló de su nuevo libro Pedro Infante: Las leyes de querer, en la que fuera la casa del actor en Mérida, sin evocar los fatídicos sucesos en los que literalmente el ídolo de Guamúchil cayó del cielo.
Así, el escritor evocó la lucha, los errores y los aciertos de Infante, que se convirtió en el gran espejo de una sociedad que deseaba y necesitaba contemplarse a sí misma.
Por momentos fue “letal” con “Pepe el Toro” ante la escasa técnica actoral, incluso vocal del actor que se vio superado, señaló, por quienes sí lo eran como Domingo Soler o Fernando Soto Mantequilla, herederos del teatro; por el contrario, añadió, "Pedrito" sólo asistió a la universidad de sus propios personajes.
Nosotros los pobres, Ustedes los ricos, Pepe el Toro, La oveja negra, hablan de personajes de arrabal, de vencedores sobre los opresores, del hijo sumiso propio de una época que justificaba estos actos, en la que Infante tuvo la virtud de observarse y llevar al límite su creación, apuntó.
La tecnología falló durante la presentación de su nuevo libro, en la que Monsiváis disertó sobre la mexicanidad que creó Pedro Infante, Negrete y Armendáriz.
La simpatía, la sensualidad y el culto al físico que Pedro impulsó le dio la inmortalidad, esa que hasta Gael García Bernal quiso imitar en Amores Perros sin mucho éxito, concluyó Monsiváis.