Es conocida como una raza indómita.
Ha sido dividida por los gobiernos civiles pero se mantiene unida en la esencia de su historia.
La Tribu Yaqui tiene garantizada la supervivencia de sus costumbres y tradiciones.
En el Museo de los Yaquis, asentado en Cócorit, los herederos de “Cajeme” y “Tetabiate” reviven a cada instante su forma de ver la vida y el universo.
Ahí, afirma Antonio Mexía Muñoz, director del museo, están presentes la cosmovisión yaqui, sus festividades religiosas, la medicina tradicional y la vida cotidiana de quienes en 1533 “pintaron su raya” ante los españoles encabezados por Diego de Guzmán.
El museo, ubicado en un edificio histórico construido a finales del siglo XIX, en 1890, asegura, no es producto de la casualidad sino de un trabajo de investigación de 24 años en el que participaron directamente artistas, artesanos y miembros de las comunidades yaquis.
Es por ello que en el sitio parecen cobrar vida las festividades religiosas, la música, la danza, la indumentaria etnográfica, el cambio de autoridades tradicionales y hasta la fabricación de las tortillas de harina.
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En el mundo
Con el objetivo de impulsar el reconocimiento histórico y cultural de la etnia, este centro cultural nació el año pasado pero ya es conocido en Nueva Zelanda, Cuba, Estados Unidos, Italia, España, Argentina, Brasil, Francia y Canadá.
Visitantes de ese país se suman a la gran cantidad de observadores de la riqueza cultural asentada en el museo, que sólo en el mes de abril de este año llegaron a ocho mil.
En enero fueron mil, bajó un poco en febrero y marzo, pero durante la Semana Santa acudieron al museo cinco mil personas, lo que le convirtió en el espacio más visitado.
Además del intercambio entre los llamados yoremes y yoris o mestizos, este centro sirve para crear proyectos de desarrollo cultural que fortalecen las expresiones artísticas del sur del Estado, enfatiza.
Y al mismo tiempo se capacita a la población a través de talleres tradicionales como los de lengua yaqui, bordado, tallado de madera para la creación de máscaras, flautas o arpas, y la fabricación de cestos, petates, canastas, figuras de cerámicas y otros.
Servicios
Cuenta con una cafetería en la cual se puede consumir el tradicional “wakabaki”, una especie de cocido, así como las enormes tortillas de harina propias de esta etnia.
Otros servicios son los del Centro de Información y Documentación de las Etnias de Sonora y México, con libros sobre las expresiones artísticas y culturales, como los testimonios orales descritos en “Tres procesos de lucha por la sobrevivencia de la Tribu Yaqui”.
Ese documento fue publicado en 1994 por la Dirección de Culturas Populares, enfatiza, pero ahora se realizó la segunda edición para mantener la tradición oral de los yaquis, pues fue escrito en base a testimonios de sus integrantes.
A su vez el profesor Juan Silverio Jaime León publicó con el apoyo del patronato Centro Cultural Cócorit el folleto “Línea de tiempo”, mediante el cual muestra los poblados yaquis antes de la llegada de los españoles y los principales sucesos históricos.
Pinturas, relieves, esculturas en las que los modelos fueron personas reales de la etnia, así como videos, maquetas, gráficos, fotografías, vitrales arenados y hasta un juego de lotería con imágenes de la vida yaqui, forman parte de lo que los visitantes pueden admirar.
Sus salas temporales de exposiciones y la lúdica, en la cual se aprende la historia jugando, le dan a este Museo de los Yaquis una identidad muy especial como la que sus antepasados imprimieron a esta etnia.