Para el maestro Héctor Martínez Arteche, no hay duda. El renacimiento del arte en México solo podrá seguir airoso a partir de un nuevo impulso del gobierno. De otra manera, sostiene, este seguirá siendo el mismo, caminando a media y dejado de la mano de la autoridad.
Y se remite a los hechos:
El renacimiento, dice al reportero mientras habla en el estudio de su casa – en Cócorit-- en que nos recibe, es la mejor muestra de que sin el apoyo que recibió—en este caso, de la iglesia—no hubiera sido posible que el mundo supiera de su florecimiento.
En su opinión, en México y Sonora el apoyo, el impulso al arte ha venido a menos a partir del gobierno de Miguel Alemán y aquí en Sonora son Luis Encinas, Biébrich y Samuel Ocaña quienes lo impulsaron en forma decidida. Por lo que toca al sur del estado, para el maestro Arteche, como comúnmente se le conoce, no hay mejor amigo del arte que el doctor Oscar Russo Vogel, ex rector del ITSON.
- Con toda justicia he de reconocer y de llamar a Oscar Russo el padre de la cultura en el sur del estado—Sostiene.
Donde nace Martínez Arteche y cuando llega a Sonora?
Dueño de un gran sentido del humor que le hacen esconder muy bien sus 76 años de edad, el maestro muralista y escultor que por estos días trabaja en la escultura que los agricultores del sur del estado levantan en memoria del recientemente fallecido científico, genetista, doctor Norman Ernest Borlaug, dice en tono jocoso:
- Bueno, a mi me hicieron, me produjeron, pues, en California, lugar en donde residían mis padres antes de mi alumbramiento en 1934, y es debido a que mi padre le ofrecen trabajo en México que la familia llega a vivir al Distrito Federal en donde veo la luz primera. Como quien dice—agrega en tono festivo y mordaz— puedo decir orgullosamente que soy chilango por accidente y sonorense por adopción, tierra a la que llega invitado por el entonces rector de la UNISON --y años después gobernador del Estado, Luis Encinas Johnson-- como jefe de la escuela de artes de la universidad.
Según el convenio del Instituto de Bellas Artes que lo había traído a Sonora, Martínez Arteche estaría tan solo dos años en suelo sonorense.
Transcurría el año de 1961.
Hoy, cuarenta y ocho años después, el maestro Arteche que ya ha llevado su arte como muralista, pintor de caballete, burilista, grabador y escultor por Sonora, gran parte del país y del extranjero como Nueva York, Francia y muchos otros países de Europa, aun sigue por estas tierras de la danza del pajkola, concretamente en Cócorit, uno de los ocho pueblos yaquis y antigua cabecera del municipio de Cajeme dispuesto a dar mucho más de esta destreza plástica que lleva implícita en su segundo apellido, ARTEche.
Por las venas del artista corre sangre venezolana y sinaloense. Su padre, don Ezequiel Martínez, -- maestro carrocero, llega a México enviado por Ford Motor Company-- es oriundo de Venezuela y su madre, Esperanza Arteche, es nacida en Sinaloa. Es el tercero de seis hijos, cuatro hombres y dos mujeres, la mayoría de ellos, residen actualmente en el Distrito Federal.