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Lunes 25 de Nov de 2024
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El humor en las letras indígenas. Entrevista con Carlos Montemayor

Ricardo Guzmán Wolffer
Lunes 01 de Marzo de 2010
 

-Cuando uno piensa en las letras indígenas se imagina que los indígenas son más solemnes que las sucesiones papales.

—A grandes rasgos, gran parte del humorismo literario se basa en la transposición de voces semejantes llevadas a lo absurdo. También hay un humorismo muy acusado en el aspecto erótico; hay una gran libertad, particularmente en el mundo maya, para reírse de cualquier parte del cuerpo humano, del propio o del prójimo. Estas bromas se desarrollan en la poesía, los cuentos y sobre todo en las canciones. Tanto en canciones y en bombas como en chistes cotidianos he escuchado en diversas comunidades bromas basadas en el juego de palabras entre luuch (árbol de jícara) y tuuch (ombligo); la broma siempre es más suave en las canciones, porque a diferencia de los otros casos, en ellas sólo se refieren al tuuch por encima y no, cosa que ocurre a menudo, por "dentro". Veamos dos ejemplos, ricos en connotaciones de contacto sexual.

Primero éste:

K’aa maánen tu jool a beel
ti’ ki’i wa’anech yaanal luuch
kaa tin tukla tin puksi’ik’al
bíin in look’a’at yo’la tuuch.

Cuando pasé junto a tu casa
bajo la mata de jícara estabas,
y pensé en el corazón:
¡si con el dedo tu ombligo tocara!

Veamos ahora ésta:

Ka’a máanen tu jool a beele’
p’okokbaleceh yanal luuch
ka’a tin wa’ale x-ki’ichpan x-ch’up
teen bíin báay ku jool a tuuch.

Agachada estabas bajo la planta de jícara
cuando pasé por tu camino;
ay, hermosa muchacha, me dije,
que he de acariciar el hueco de tu ombligo.

Uno de los mecanismos más conocidos de los mayas es la llamada "bomba yucateca", que es una transposición de las coplas mayas. Gran parte de los abundantes cómicos yucatecos toman su picardía punzante del humorismo que proviene de esta libertad casi absoluta del mundo maya para referirse a cualquier parte del cuerpo de una manera muy ingeniosa.

Recuerdo, entre otros mayas de Chiapas, de los tzotziles, una obra de teatro muy celebrada: El zopilote y el haragán. Se trata de un campesino haragán que acostado en la hierba mira el girar de los zopilotes; ese vuelo circular es para el campesino el ideal de la inactividad y la haraganería. En algún momento exclama: "si yo fuera zopilote, ¡qué feliz sería!" Entonces se le aparece el zopilote don Juan y le pregunta al haragán si aceptaría cambiar de cuerpo. El zopilote, ya en el cuerpo del haragán, se convierte en un activo campesino y muy buen marido; es decir, muy bueno en la milpa y en la hamaca. Y el haragán hecho zopilote continúa tan inhábil que no es bueno ni para comer carroña. Esta obra de teatro está salpicada de ingenio. De principio a fin es alegre.

Otra de las tramas ya llevadas al teatro, poesía y cuento, en Chiapas también, se refiere a los cimarrones. Cimarrón fue uno de lo términos que se aplicó en la colonia a los esclavos negros que se escapaban de las haciendas y se refugiaban en los montes. De ahí y del terror que causó la población negra en Chiapas surge el mito de monstruos devoradores, literal y eróticamente, de las mujeres de los indios. Por supuesto, eran seres muy inteligentes y astutos. Había monstruos masculinos y femeninos. Las historias de estos personajes se han concentrado en las trampas que se plantean los dos géneros para atraparse mutuamente. Esto es también una revelación del sentido del humor a partir de valores eróticos, sociales e incluso religiosos.

—Es una constante universal, lo erótico como fuente de humor. ¿Hay alguna característica especifica que varíe de acuerdo a la región del país?

—Donde he visto mayor libertad e ingenio, socialmente hablando, es entre los mayas de Yucatán. Hay una gran actividad en teatro guiñol, teatro de actor y en canciones. La vitalidad de la lengua implica esta capacidad de bromear e ironizar, pero no estoy hablando de lo contemporáneo como una singularidad de esas culturas, sino como un dato que nos habla de la universalidad de las lenguas y de las culturas para reír a costa de nuestros deseos mas vehementes, que suelen ser los deseos eróticos, luego los de prestigio y, claro, el deseo de posesión o enriquecimiento.

—Esa universalidad tiene una característica histórica. Como esos negros que eran tan extraños que eran como monstruos, de los cuales se reían. Suena un poco a Bush y a los inmigrantes.

—Entre los tzetzales y tzotziles la palabra jkaslan (derivada, claro, de "castilla" o "castellano") designa al mestizo o ladino. Pero sin el prefijo agente "J", la palabra kaslan significa entre los tzotziles gallina, lo que genera en las comunidades bromas jocosas a costa de los mestizos. Cuando ven a un paisano muy ladinizado, le dicen que por querer ser un kaslan resultó ser una gallina. Este tipo de juego de palabras aparece en todas las lenguas. El humor pasa, como en las culturas occidentales, por la cama, el poder, el prestigio, la ridiculez o las historias de astucia. Hay un tema muy extendido en el mundo mesoamericano que es la lucha entre el tlacuache y el conejo o entre el coyote y el conejo. En náhuatl, "coyote" significa ladino, por lo tanto, la lucha entre el compadre conejo y el compadre coyote es una transposición de la lucha entre el mestizo y el indígena. O sea, cómo ve el indio la historia de la represión que sufre a manos de los mestizos y que humorísticamente representa en las historias del coyote y el conejo. En éstas el coyote muestra su estupidez o su candidez en muchas situaciones del mundo rural que no entiende y en el que sucumbe. Esta es una forma de humorismo que está proponiendo una reformulación de la historia de represión o de colonización o de avasallamiento de la cultura indígena. Esta podría ser una singularidad, pero aún así podríamos encontrar paralelismos con historias humorísticas de la tradición popular brasileña a costa de los portugueses o también de la burla latinoamericana a costa de los gallegos como símbolos de los españoles y de su brutalidad; o en otras zonas, de los turcos desde la perspectiva de los griegos. El humorismo político es un recurso político en las épocas de opresión; esto se presenta también en tales historias del mundo indígena.

—¿Alguna diferencia respecto del humor yaqui?

—Uno de los rasgos fundamentales, para continuar con la línea del coyote y el conejo, es que en el norte el coyote tiene un valor diametralmente opuesto. El coyote entre los kiliwas y muchos grupos indígenas norteños es el progenitor de las comunidades, de la especie humana, incluso es uno de los creadores del mundo. Así, hay una doble mezcla del coyote en las comunidades indígenas del norte, que ya no son mesoamericanas. El coyote tiene un valor positivo, es astuto, se defiende de los enemigos. Digamos que el papel que el conejo tiene en Mesoamérica para defenderse del coyote, se traspasa al papel defensivo del coyote contra todos sus enemigos en el norte. Y el humorismo pasa a sustentarse en la capacidad de astucia del coyote ante la candidez o inocencia de sus enemigos. Los valores son diametralmente opuestos. Aquí el coyote significa la personalización del indio ante los colonos mestizos o españoles.

—O ante Plutarco Elías Calles o cualquiera de nuestros ilustres matadores de yaquis.

—O de cualquiera involucrado con el surgimiento de la rebelión yaqui del siglo XIX y que termina en el siglo XX. Es una capacidad de lucha que se sustentó en varias generaciones, con cambios generacionales de dirigentes y de contingentes. Ante esta dimensión de luchas de yaquis durante setenta años o de una lucha de mayas como la de castas, durante sesenta años, se puede decir que los diez años de la lucha zapatista en Chiapas son sólo el inicio, comparándolos con las guerras de los yaquis o los mayas de Yucatán.

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