Hay voces que no tienen parangón y una de ellas se escuchó anoche en Álamos. Fue la generosa, robusta, madura, seductora y aterciopelada voz de una bella mujer con grandes dotes musicales e histriónicos: Kirstin Chávez, mezzosoprano.
El programa abrió con “El amor brujo”, de Manuel de Falla, un ballet que refleja el misterio de la vida gitana, en donde el amor, la muerte y el hechizo son los ingredientes principales de la trama. La música está inspirada en las canciones y danzas gitanas andaluces y es una de las obras maestras de su género.
Llena de melodías y matices sorprendentes, es muy demandante para la orquesta, pero la Filarmónica de Sonora (OFS) bajo la dirección de Patrón de Rueda lo hizo muy bien. Del concierto inaugural al de anoche, la OFS alcanzó otro nivel y sonó más coordinada, homogénea, con más volumen y mejor manejo de matices.
La interpretación de Kirstin Chávez fue muy impactante, desbordó en pasión y musicalidad. Su presencia escénica arrolladora acaparó toda la atención aún cuando se sucedía un pasaje instrumental. Y cuando cantaba, hechizaba.
En la segunda parte interpretó soberbiamente “D amour I ardente flame”, de La condenación de Fausto, de Héctor Berlioz, y se llevó una ovación.
Un momento muy especial fue cuando subió al escenario Margarita Estrada, soprano de Ciudad Obregón a quien se le otorgó merecidamente el Reconocimiento al Talento Joven 2011 en este FAOT, para cantar a dueto con Kirstin “Mira, o Norma”, de Bellini, logrando una estupenda versión que fascinó. Aquí también hubo ovación.
Para cerrar el concierto Kirstin cantó varias, entre ellas la famosa “Habanera”, de Carmen, de Bizet, pues el público no la dejaba ir, y bueno, hasta terminó cantando “Sabor a mí”. Y con su sabor, el penúltimo concierto de gala del FAOT de este año quedará por mucho tiempo en la memoria de quienes lo presenciamos.