Autor de una excelente historia de la CIA, Legado de cenizas, publicada hace tres años por Debate, el periodista estadounidense Tim Weiner continúa sumergiéndose en los confines, cañerías y cloacas de los servicios de inteligencia de EEUU.
La nueva investigación de este antiguo reportero de The New York Times, experto en espionaje y ganador del premio Pulitzer, es Enemigos. Una historia del FBI, que mañana llega a las librerías y que Babelia y elpais.com ofrecen un adelanto.
Lo original del planteamiento de Weiner es que no se limita a contar el inmenso poder de John Edgar Hoover, que dirigió el FBI durante casi 40 años y que fue uno de los personajes más retorcidos y polémicos de la historia reciente de EEUU.
Hay otros libros sobre Hoover --muy recomendable Oficial y confidencial de Anthony Summers-- y hasta una película de Clint Eastwood.
También hay decenas, veáse cientos, de obras sobre los casos policiales del FBI. Sin embargo, Weiner ofrece un ángulo nuevo: la agencia, en realidad, fue un servicio de inteligencia secreta, para perseguir a los enemigos de Estados Unidos en el interior del país.
El propio Weiner explica que su libro, además de ser una investigación histórica, es también una reflexión sobre el equilibrio entre libertad y seguridad.
Cuando acaba de celebrarse un nuevo aniversario del 11S, un atentado que provocó una de las mayores ofensivas contra la libertad individual en EEUU por parte del Gobierno de George W. Bush, este libro se vuelve especialmente importante, porque explica que el espionaje interior no ha sido una excepción sino una regla, a veces con el apoyo del Gobierno, a veces generando profundos conflictos, como ocurrió con los Kennedy.