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El 29 Festival Alfonso Ortiz Tirado concluyó ayer y en lo que fue el último concierto en el Palacio Municipal, Stuart Neill, tenor y Eugenia Garza, soprano, con la Orquesta Filarmónica de Sonora dirigida por Enrique Patrón de Rueda, ofrecieron un programa operístico compuesto por obras de compositores italianos del siglo XIX.
Ante un palacio lleno, la orquesta comenzó a sonar la parte introductoria de “Ecco l’ orrido campo”, de Un ballo in maschera (Verdi) e ingresó al escenario Eugenia Garza. Luego siguió el turno de Stuart Neill que interpretó “Vesti la giubba”, de Pagliacci (Ruggero Leoncavallo), demostrando de inicio su gran calidad vocal e interpretativa.
Neill posee un rico timbre y una extraordinaria potencia. Regularmente en los programas operísticos nacionales se tiene la presencia de cantantes con grandes cualidades pero que están apenas despuntando o van ya en diminuendo luego de una exitosa carrera, pero el tenor de esta noche, uno de los más admirados actualmente, se encuentra en plena madurez. Fue muy grato contar con él aquí en Álamos.
Después de la primera intervención de los cantantes siguió un número instrumental, el “Intermezzo” de la misma ópera de Leoncavallo. La Filarmónica de Sonora sonó mejor que nunca esta noche y en esta misma edición del Festival fue notable su mejoría en cuanto a ensamble y sonoridad, particularmente en el aspecto de los matices que esta noche estuvieron muy bien logrados.
Eugenia regresó al escenario para interpretar “Vissi d arte” de Tosca (Puccini) y “La mamma morta” de Andrea Chénier (Giordiano), destacando su pasión y luciendo su mejor voz en el registro medio.
Luego vino el momento más intenso de la noche con “Di quella pira” de El Trovador (Verdi) donde Neill lo dio todo en un final apabullante. La intensidad hizo cimbrar los corazones y con su potencia los ladrillos del recinto. El público muy emocionado no dejaba de aplaudir e hizo que repitiera el número.
Después de la tremenda sacudida en dosis doble, y para terminar la primera parte, remató con la excelsa “Nessun dorma” (Puccini). Así, en suma, vivimos los diez minutos más intensos del Festival.
En la segunda parte del programa se presentó por primera vez en la historia del Ortiz Tirado un acto completo de ópera, el tercero de Tosca (Puccini) para continuar así con la intensidad dramática. Por fortuna habíamos tenido un receso de diez minutos para tomar aire y normalizar el pulso.
Tosca, estrenada en 1900, es una de las óperas favoritas del público y su tercer acto uno de los más memorables y dramáticos de todos los tiempos. Los cantantes de esta noche supieron comunicar la emotividad contenida pese a que Neill debió consultar la partitura con frecuencia en algo que restó a su actuación.
Al término del programa el público ovacionó de pie y vinieron tres relajados encores, y con el último “Libiamo ne lieti calici”, un dueto de La Traviata, se despidieron con un brindis por Álamos y su cada vez mejor Festival.
