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En la penúltima noche del 29 Festival Alfonso Otriz Tirado, Joyce El-Khoury, soprano y Luis Ledesma, barítono, con la Orquesta Filarmónica de Sonora dirigida por Rodrigo Macías, ofrecieron un programa en memoria de Giuseppe Verdi, en conmemoración de los 200 años de su nacimiento.
El programa lo inició la Filarmónica con la obertura de la ópera Las vísperas sicilianas, una pieza de fuertes contrastes y fulgurantes pasajes que resulta desgarradora. La orquesta sonó compacta y con buena proyección sonora, y a lo largo del concierto su acompañamiento resultó efectivo.
Así, la orquesta preparó todo para lo que esperábamos sería un concierto serio y muy interesante en esta apuesta acertadísima de homenajear a un compositor en el FAOT. Sin embargo al final desmereció al incluirse como piezas extra música de otros compositores y una canción de música ligera.
Luego de la obertura, El-Khoury interpretó “Mercè, dilette amiche” de Las vísperas sicilianas. Con una robusta voz, bien proyectada y una presencia escénica apabullante nos impresionó de inmediato. Su timbre es de soprano spinto (más densa y oscura), ideal para la interpretación de papeles dramáticos. Pero también nos impresionó por su soberbia técnica la cual le permite lograr matices sorprendentes como esos pianísimos redondos y prolongados que producen escalofríos.
Después vinieron dos números de una de las más conocidas óperas de Verdi, La Traviata (1853). Una ópera que gira en torno al sufrimiento de un personaje femenino. Tratar los temas reales que vive el común de la gente, fue una preocupación de este gran compositor y dramaturgo.
Ledesma con una gran presencia escénica cantó con voz potente y aplomo “O Carlo, ascolta” de la ópera Don Carlos y después vino el primer dueto para cerrar la primera parte con “Pura siccome un angelo” de La Traviata.
La segunda parte del programa fueron tres números de la ópera El Trovador (1836) una ópera a la que se le ha considerado “la verdiana” por excelencia. En el aria “D’ amoursull’ ali rosee” Al-Khoury mostró a plenitud todas sus virtudes, en una pieza que combina bellas melodías yvirtuosísimo. Fue la más elogiada de la noche.
Después Ledesma interpretó “Il balen del suosorriso” y el programa concluyó con el dueto “Mira, di acerbelagrime” en el que ambos asumieron su papel e igualaron en protagonismo en un número bien logrado.
Luego vinieron los encores y Verdi ya no estuvo presente. Al-Khoury cantó “O mio babbino caro” de Puccini (que por segunda noche consecutiva pregunto: ¿Acaso la más interpretada en la historia del Festival?); después Ledesma cantó, ¿adivinen cuál? ¡Sí!, “Bésame mucho” con todo y micrófono. Y finalmente se despidieron de la mano con "La ci darem la mano", de Don Giovanni, de Mozart, en un Palacio Municipal que estuvo casi lleno.
