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Viernes 22 de Nov de 2024
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Jornada de fantasía en el FAOT

Javier Martínez Rosas
Martes 28 de Enero de 2014
 

A veces pasan meses y no hay un buen concierto al cual asistir, pero en el cuarto día del Festival en Álamos tuvimos la fortuna de tener tres, muy diferentes entre sí, pero de la misma calidad.

El primero fue de cuerdas barrocas en el Templo, el segundo para voz de bajo en el Palacio y el tercero de un ensamble ecléctico para el divertimento en el Callejón.
 

Barroco temprano en el Templo

El clima volvió a hacer de las suyas. Después de un domingo soleado y cálido, ayer estuvo nublado y fresco. Justo a la hora del concierto de cámara en el Templo comenzó a lloviznar, creándose una atmósfera especial para escuchar música íntima.

El Ensamble Hybris, integrado por Alberto Asero y Ugo Nastrucci, ofreció un programa de Barroco temprano al cual subtitularon “Stylus Phantasticus: Inquietudes y aurora de la época de los instrumentos” y para ello utilizaron instrumentos de época: un violín barroco, guitarra barroca y laúd. 

La primera parte fue para guitarra sola y estuvo dedicada a los primeros maestros del instrumento. Aquí Ugo Nastrucci tomó diversos temas de Gaspar Sanz, Santiago de Murcia y autores anónimos del siglo XVIII para realizar con ellos una serie de improvisaciones a las cuales llamó “¡Oh guitarra! Corazón malherido...”

En el barroco temprano, el arte de la improvisación estaba muy extendido, aún no se imponía la música escrita en los instrumentos y las obras musicales se realizaban como un flujo de pensamientos en el momento mismo de estar ejecutando, ello se daba sobre un tema o giros armónicos típicos en el caso de las danzas, y en otros, sin referencia previa alguna en los preludios y las fantasías.   

Ugo es un estudioso del tañer de la guitarra barroca, que es de un timbre más brillante que la guitarra moderna, más delicado y hermoso. La sonoridad de su instrumento cautivó desde el primer punteo, aunque el Templo es un espacio muy grande para apreciarlo de la mejor manera, pero la amplificación no estuvo mal.

En la segunda parte ya fueron duetos. Interpretaron sonatas de Dario Castello, Giovanni Pandolfi Mealli, Johann Schmelzer y Heinrich Ignaz von Biber, compositores prácticamente desconocidos pero cuya música es resultó una exquisitez, son un excelente ejemplo de transición de época, al tener un balance entre elementos propios de Renacimiento y del Barroco. En esta segunda parte Ugo utilizó un laúd.


Se estrenó con grave voz, esperado piano de concierto

La noche en el Palacio contó con la voz del bajo Mikhail Korobeinikov acompañado de la pianista Viktoria Vins quien estrenó un hermoso piano de concierto. Antes de hablar de los artistas y la música propiamente, trataré un poco sobre este piano que es ahora patrimonio de los sonorenses. 

Desde hace varios años era claro que el Festival ya estaba en “tierras altas”. Con mayor frecuencia y cantidad teníamos la visita de artistas de primera y no se contaba con un piano adecuado para esas alturas que permitiera altos grados de refinamiento interpretativo con sonido de alta calidad. Al fin se tiene, y llegó en hora buena.

Se trata de un Steinway modelo D Gran Concierto, de 9 pies y 700 Kg de peso, fabricado en Nueva York (esta firma solo tiene dos fábricas, una en dicha ciudad y otra en Hamburgo). Son contados los pianos de esta calidad en nuestro país. Felicidades a quienes tuvieron en sus manos la decisión de adquirir este formidable instrumento y el evento con el que se estrenó, fue inmejorable.

Korobeinikov estremeció con su profunda y potente voz, su claridad interpretativa, su hábil manejo de matices y sus dotes teatrales. Los recitales de esta tesitura son raros, por lo general el público suele admirar a quienes alcanzan notas altas al cantar, a los tenores o a las sopranos, pero igualmente meritorio e impresionante es cantar notas graves y hasta quizá más difícil hacerlo con las cualidades antes mencionadas.

La primera parte del programa consistió en Arias de óperas. Interpretó “Sorge Infausta”, de la ópera Orlando de Handel, “Mögst du, mein kind”, de El holandés errante de Wagner, “Madamina” de Don Giovanni de Mozart, “Ave, Signor” de Mefistófeles, de Arrigo Boito y concluyó con “La calunnia” de El barbero de Sevilla de Rossini, siendo ésta última la que arrancó gritos de ‘bravo’.

La segunda parte fue dedicada a romances, canciones de los compositores rusos Tchaikovsky, Rachmaninov y Shostakovich.

En cada parte hubo un número instrumental por parte de la pianista. Tocó primero el Preludio en Sol menor “Asturias, Leyenda” de Isaac Albéniz y luego otro Preludio en Sol menor, quizá la pieza más conocida de Rachmaninov. Su toque fue suave y aún así la resonancia del piano permitió escucharla con buen tono y volumen, algo que no hubiera sucedido con el viejo piano.  


Fantasía musical con el Quarteto Gelato en el Callejón


Cuatro excelentes músicos brindaron un concierto poco usual e imposible de catalogar. Lo único común en su presentación con un repertorio de piezas instrumentales clásicas, arias de ópera, canciones populares de diferentes países, jazz y música gitana fue lo impresionante de la ejecución, lo detallado de los arreglos, la desfachatez y la capacidad de sorprendernos con sus inigualables versiones. Fue un espectáculo de alta calidad.

No se pierdan la presentación el día de hoy del Quartetto Gelato en Cd. Obregón, es algo que no se puede desaprovechar de ninguna manera.

¡Vaya día!

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