CD. DE MÉXICO.- Era Semana Santa en una cantina de Tlatelolco.
Los dos viejos amigos estaban en abierta francachela instalados por los años sesentas, cantando más de corazón que con buen tono las canciones de la Época dorada del Rock’N’Roll, cuando el de bigote mencionó “Dominique” y el de la guitarrita sólo respondió: “Esa la cantaba una monja”, sin atreverse a interpretarla por temor quizá a defraudar (por fresón) a su ya para entonces numeroso público que se había juntado a su alrededor.
Se le conocía como Sor Sonrisa.
Nacida en Bruselas el 17 de octubre de 1933, Luc Dominique (o Jeannine Deckers) se dedicó a las bellas artes y obtuvo, a los 20 años de edad, su título de profesora de dibujo en la Escuela Normal Superior de Artes Decorativas en la capital belga. En septiembre de 1959 ingresó en las misioneras dominicas, quienes la enviaron a la Universidad de Lovaina para seguir cursos de graduada en ciencias religiosas y los del Instituto de Técnicas de Difusión.
En febrero de 1962 apareció el primer disco de Sor Sonrisa y pronto, su grabación de “Dominique” en muchas lenguas conquistó el mundo. Es español rezaba así:
Dominique, nique, nique, pobremente por ahí
iba él cantando amor, y lo alegre de su canto
solamente habla de Dios, de la palabra de Dios…
Para 1968, la editorial parisina Desclée et Cie publicó en francés sus memorias Vivre sa Vérité, que fueron traducidas al castellano por Herder S.A. de Barcelona como Vivir su verdad. El diario de Sor Sonrisa, en 1969. Estos son fragmentos del diario seleccionados por Roberto Ponce para sus lectoras.
Pascua de 1962 (Fichermont-Waterloo)
Estas gentes están locas. Parece que algunas ejercitantes han conseguido tener en discos unas de mis canciones que se les han grabado, y al ser yo religiosa ha sido el gran éxito. Pero los superiores religiosos velan por mi humildad. Las fundas de mis discos no llevarán foto; mi cara jamás será fotografiada y debo adoptar un pseudónimo para proteger mi nombre religioso. Encuentro todas precauciones un poco estúpidas. Todavía más estúpido el pseudónimo de Sor Sonrisa que ha sido escogido para designar a la religiosa desconocida que canta Fleur de cactus y Plume de radis.
Este éxito me desconcierta. Realmente no vale la pena hacer tanto ruido por algunas cancioncillas. No obstante me alegro por el mensaje que este acontecimiento puede dar al mundo: las religiosas no son retrógradas, editan también discos. Además el beneficio de toda esta actividad irá a las misiones, que tienen buena necesidad de ello; a mi comunidad, lo cual es normal pues soy miembro de ella como mi nueva familia. No cantaré en público por las mismas razones de humildad.
19 de noviembre 1964 (11 de la noche)
Te doy gracias, Señor, por las perlas de este día que han transcurrido: diálogos, con un estudiante agrónomo que he vuelto a encontrar en el comedor de la parroquia universitaria y que se va a la Argentina; con un estudiante de ciencias religiosas que se va a Brasil, con otro consiliario del equipo. Participación de un mismo querer y de una alegría de dimensiones universales, atraída por una vida misionera que es todo presencia y acogida y que traspasa las fronteras.
Pese a todo, me doy cuenta de la dificultad que hay, de tener contacto con los estudiantes, llevando el hábito religioso. Es una desventaja el hecho de que esta vocación “de estar con los demás” para testimoniar a Dios que está con nosotros, sea frenada por la pantalla del hábito, del modo de pensar, del comportamiento.
Estoy encantada con mi nuevo disco, en 45 revoluciones, salido hoy y que contiene cuatro canciones: Les pieds des missionnaires, Complainte pour Marie-Jacques, J’ai troivé le Seigneur y Midi. Bonita presentación y bonito equilibrio de las canciones: poesía, humor, adaptación a la adolescencia desalentada. Señor, ¡que estos cánticos encarnen tu gracia! Yo no sé, ni entiendo nada de eso.
Dom. 29 de noviembre (Lovaina)
Por esta vez, Dios mío, tengo bastante. Dadme paz. Tengo bastante de estos tumultos, de estas treguas, de estas luchas y de estos éxitos. Dejadme en mi mugre y mi estiércol. Veis bien que fallo siempre, que todo es inútil. Que soy incapaz. Cristo Jesús no ha vencido esto. Entre él y yo hay un abismo infranqueable. Dios mío, entro en el adviento, pero yo no te espero. Estoy falta de ilusiones. Es penoso, pero ¿para vos qué importa el tiempo y el sufrimiento? Sabéis bien que puedo enmascarar la situación y representar ante los demás el papel de “la religiosa alegre y dinámica”. Dios mío, dejadme zozobrar, dejadme tranquila. Sin duda que estos ayes son inútiles; os conozco poco, pero os conozco lo suficiente para saber que persistiréis en ponerme ceño.
Martes 1 de diciembre
Ha sido una mentira esta comunión no deseada; Cristo aceptado, tolerado como extraño, para cubrir las apariencias, para no inquietar a Sor E. Vacía y ausencia. Orar sería mentir. Todo me es relativo, indiferente, neutro. Me distraigo. Ayer, en equipo, hemos asistido al concierto que daban el grupo de I Musici: obras de Pergolèse, Vivaldi, etc. Había posibilidad de comunicar con Dios por la música, pero la música me ha parecido de una belleza relativa que no llena. Estoy sin deseos. Ni abandonada, ni resignada. Rezaré ahora mismo el oficio de completas, con el corazón seco, por tener la conciencia tranquila, y porque ahora mismo tengo miedo a la muerte. Es horrible.
14 de enero 1965 (Lovaina)
Vuelvo de la misa de la tarde con un cielo maravilloso. La luna, en forma de balón de rugby; algunas nubes que parecen perseguir las estrellas o engancharse a la cabeza de los árboles, como cabellos de ángel. Dos amantes enlazados han resuelto el problema del frío. Los gruesos troncos de árboles sólidos se asombran; juegos de sombras y luz.
22 de marzo
Inquietudes diversas: Benedicta, Susana, Fabiana, y Anita, y también el equipo. Lo llevo delante de ti, Señor, con confianza.
Reaparición de la primavera, vista desde el tren. Las primeras coladas de la estación se secan al sol, se deleitan con el aire puro. De un huerto a otro, camisas de todos los colores tienden sus brazos, servilletas rayadas y piyamas realizan los verdes ácidos y el rubio de los sembrados y las semillas. Desgajados y grises, meditativos y tiernos, los árboles desnudos y las raíces, como aquellos que pinta Bernard Buffet se alinean en monótonas cortinas.
11 de julio (Lovaina)
Señor, la caridad, el amor son complejos y te traigo esta invasión de sentimientos dolorosos: con Sor Gertrudis he ido a casa de vacaciones de los dominicos, por simpatía; había allí una reunión amigable de familias. Se me ha pedido cantar y he dicho que no. El principio de esta negativa siempre es el mismo: no canto en público, ni fuera de Fichermont salvo para ciertos grupos de amigos muy restringidos. ¿He obrado bien?, un estribillo de Sor Sonrisa habría alegrado la reunión, ¿dónde estaba la caridad más grande? Por otra parte, me niego a tantos grupos, que sería injusto asentir a la petición de éste, que tenía la densidad de un verdadero “público”. Pero quizá mi gesto haya sido entendido como antipatía hacia los dominicos flamencos, como orgullo o falta de gentileza. ¿Señor, habré sacrificado el espíritu a la letra?, ¿por qué estoy alterada por haber rehusado este placer que habría podido conceder?
Dom. 31 de octubre (Fichermont-Waterloo)
Ayer, Sor Matilde ha partido en avión para México. Ha dejado el hábito y se encuentra rejuvenecida diez años. Hará un viaje de prospección, de búsqueda, de examen de problemas. Completada la obra en Chile, otros quehaceres pueden llevarnos también allá. Las dominicas que trabajan allá son muy numerosas. Y México no sé porqué continúa tentándome…
Ayer por la tarde, a la hora de ponerse el sol, Sor Carlota y yo hemos dado un paseo en el autobús con un panorama de ensueño. Cielo de coral, en el que se estiraban negligentemente los violetas, los azules sombríos de las nubes. ¿Cómo pasar del lado con los ojos secos y el corazón frío?
Sábado 27 de noviembre (Lovaina)
He visto ayer en Le Soir Illustré algunas líneas del film inspirado en mis canciones. Entre varios textos, los concernientes a Fichermont y a mí misma son los menos estúpidos; en los otros, había “perlas” de ingenuidad estadunidense. Es cierto que el público creerá en una biografía, pero se equivoca al esperarlo. En esta mezcolanza de lo comercial y lo publicitario, ¿cómo hacer prevalecer la verdad? Se juega con las personas y su reputación, como con las pastas dentífricas o las alimenticias… Con tal que se venda, todo está permitido. Publicidad y comerciantes sagaces explotan a fondo el tema de “las amistades íntimas”, esto alimenta la industria del disco, la textil y otras. Pero las dimensiones personales y religiosas de este compañerismo, de esta amistad, ¿quién la revelará?
2 de septiembre 1966
El domingo por la tarde he ido a Bruselas, pues mis padres me habían sugerido la idea de ver juntos la película realizada sobre mis canciones, The Singing Nun. Hace sólo una semana que la proyectan en “El dorado”. El título francés del film es Dominique. Esperaba lo peor, pues con los estadunidenses hay que temerlo todo. El film es menos estúpido de lo que parecía. Aunque merece una crítica mordaz, parece que para un cierto público puede resultar beneficioso por las secuencias que expresan generosidad y sacrificio. No obstante, los colores son exagerados, aunque Debby Reynolds interpreta bien su papel…
Canto de amistad
En todos mis caminos he tejido la amistad.
Más allá de todos, Dios encarnado se da.
Gracias, amiga mía, por tu sonrisa.
Gracias, amigo mío, por tu mirada.
Participación de fe, Sol de medianoche.
Sonrisa de Dios es tu amistad…
(El triste final de tan inspirada mujer ocurrió el 29 de marzo de 1985, con el suicidio de Sor Sonrisa y su pareja también exnovicia, Annie Pescher, historia de Lola Romero, en“Dominique”, el drama de la sor cantante. Una canción que fue superventas y marcó la vida de la autora y su compañera,