MADRID.- Ni Miguel Ángel, ni Rafael, ni Velázquez, ni Goya… El artista que más determinante y duraderamente ha influido en el arte moderno es El Greco.
No hay movimiento ni ismo que se le resistiese: modernismo, cubismo, orfismo, expresionismo centroeuropeo, surrealismo, expresionismo abstracto norteamericano… Todos ellos miraron al Greco, copiaron al Greco, pintaron a la manera del Greco: sus construcciones basadas en el color y en los volúmenes, la estilización exacerbada de sus figuras, la expresividad de sus retratos, las deformaciones, los «inacabamientos»… Incluso muchos de ellos coleccionaron sus obras: Fortuny, Zuloaga, Rusiñol, Degas, Sargent…
El mismísimo Picasso se rindió a sus encantos y fue una y otra y otra vez al Greco a lo largo de su carrera: en la época azul («Evocación. El entierro de Casagemas») volvió los ojos a «El entierro del conde de Orgaz» y la «Alegoría de la Santa Liga»; en su etapa de Gósol, con sus muchachos con caballos, a «San Martín y el mendigo»; en «Las señoritas de Aviñón» y, por tanto, en la creación del cubismo, a «La visión de San Juan»; en obras como «Retrato de Sabartés con gorguera y sombrero» y en la serie de los Mosqueteros de su última etapa, a «El caballero de la mano en el pecho».
Su admiración llega hasta el extremo de que se reivindica como «Yo, El Greco» en un dibujo. Admiración rendida y confesa, nada habitual viniendo de Picasso.
Si Velázquez había sido el modelo a seguir y a imitar, a finales del XIX El Greco lo desbanca de un plumazo, aupado por el romanticismo (Gautier y compañía) y con obras como «La Trinidad», que copiaron artistas como Sargent y Fortuny y con la que arranca la muestra.
A partir de ahí, se establecen apasionantes diálogos del Greco con Manet, Chagall, Giacometti, Modigliani, Delaunay, Kokoschka, Bacon, Saura…
Pero es con Cézanne con quien mantiene un sublime cara a cara. Tres obras maestras del francés («La dama del armiño», «Madame Cézanne con vestido rojo» y «Bañistas») se miden con otras tantas del cretense: «La dama del armiño»(siguen las dudas sobre su autoría, aunque su belleza permanece intacta), el espléndido «Retrato de Fray Hortensio Félix Paravicino» y dos pequeñas y exquisitas esculturas.
Si Cézanne, como dicen, es el padre de la pintura moderna, El Greco sería, sin duda, su abuelo.
_____________
En portada:
«La visión de san Juan»
El Greco.
Óleo sobre lienzo (h. 1608-1614).
Metropolitan Museum, Nueva York.