El pasado miércoles mientras se presentaba el festival navideño de un instituto educativo en el Teatro del ITSON, la lluvia que caía sobre la ciudad se hizo presente en el interior de este inmueble a través de goteras que desde el techo caían sobre un sector de las butacas.
Los asistentes, emocionados al ver a sus hijos sobre el escenario, no ocultaron su molestia por la incómoda y húmeda situación.
Otro recinto emblemático de la cultura local, la Biblioteca Pública "Jesús Corral Ruiz", luce un estado de semiabandono pese a que ya se permite el acceso de usuarios, sólo unos cuantos.
No ha retomado la Biblioteca sus actividades normales, sólo se dijo que ya "está abierta", tal vez para evitar más notas periodísticas sobre la negligencia burocrática que la mantuvo cerrada durante casi tres años no sólo por la pandemia sino también por el desinterés de las autoridades a cargo del inmueble.
En el caso del Teatro del ITSON se puede argumentar que la escasez de recursos a causa del recorte del subsidio estatal, ha impedido dar el mantenimiento requerido.
Por tratarse de un activo generador de ingresos, ese argumento no tiene solidez.
En el de la Biblioteca cabe un pretexto similar. La corrección de las fisuras en los muros internos del edificio tiene un costo elevado que la anterior administración del Instituto Sonorense de Cultura no estuvo dispuesto a pagar.
El gobierno anterior pudo pagar 20 millones de pesos por un concierto de relumbrón a cargo de Plácido Domingo. Para la Biblioteca de Cajeme sólo hubo promesas del pretencioso administrador del Insituto Sonorense de la Cultura Mario Welfos Álvarez. En la administración actual no se ve hasta ahora un cambio sustancial respecto a la indolencia del pasado.
La Biblioteca "ya abrió", de manera simbólica, pero no existe un proyecto para reactivarla en la nueva era cultural marcada por la digitalización de los contenidos.
Así día a día Cajeme se va quedando sin dos recintos culturales de los que alguna vez se sintió orgulloso.