El sueño americano de Cuauhtémoc
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Martes 03 de Abril de 2007
MEXICO - La llegada del delantero Cuauhtémoc Blanco al Chicago Fire de la MLS por un contrato millonario confirma la tendencia de la mayoría de los jugadores mexicanos que sólo salen de la liga de casa si van a ganar mucho dinero.
Aunque hay excepciones como la del centrocampista Gerardo Torrado, quien aceptó picar piedra en España a cambio de crecer como profesional, la mayoría de los emigrados mexicanos en la última década o ha firmado un jugoso contrato o ha dejado la tarea a media por cuestiones de salario.
En España, por ejemplo, hace cinco años el delantero Francisco Palencia causó una buena impresión con el Espanyol y a mediano plazo tenía posibilidades de crecer como delantero y saltar a un club grande en una de las mejores ligas del mundo. Sin embargo prefirió un buen contrato en México, donde pagan bien, y abandonó el sueño.
Peor le fue en la misma época al defensa Manuel Vidrio, quien abandonó el Osasuna porque extrañaba la comida mexicana y su familia echaba de menos los tacos.
El mismo Cuauhtémoc Blanco sufrió una grave lesión en el Valladolid y, después de una segunda etapa en el club, regresó a México a recuperar su nivel de vida en una liga en la que no se necesita ser figura para poder viajar en coches último modelo y tener mansiones lujosas.
Aunque los medios elogian la mentalidad de Rafael Márquez, defensa del Barcelona, lo cierto es que el zaguero siempre tuvo el viento a favor y, si bien fue ambicioso, cuando emigró al Mónaco de Francia lo hizo con un buen contrato.
La mayoría de los otros que han salido al exterior lo han hecho de préstamo o con pocas consideraciones por parte de su técnico. Este es el caso de Jared Borgetti, el goleador de la selección, quien jamás pudo establecerse como titular en el Bolton Wanderers de Inglaterra porque su entrenador le dio pocas oportunidades.
No hay que hacer juicios sobre si es bueno que un futbolista prefiera asegurar su futuro y el de su familia en una liga que paga bien aunque no es de las mejores del mundo, pero en México el exceso de riqueza causa tanta mediocridad como la pobreza en otros países.
Los mexicanos se quejan que no los consideran como a brasileños y argentinos, una reflexión poco convincente, primero porque Brasil y Argentina producen jugadores de primera al por mayor, y segundo porque muchos nativos de esos países deben esperar mucho para establecerse en Europa.
Para los mexicanos siempre hay alternativas en una liga en la que ganan mucho dinero, son considerados personajes de la sociedad y al retirarse algunos son contratados por diarios locales o canales de televisión para hacer comentarios y no pierden la fama.
Después de la Copa Mundial de Alemania, clubes europeos compraron a los jugadores de la selección Carlos Salcido, defensa del PSV Eindhoven (Holanda), así como a Pavel Pardo, volante, y a Ricardo Osorio, defensa, fichados por el Stuttgart, de Alemania.
Es una situación ideal porque ganan bien, juegan como titulares y corren pocos riesgos; esos que evitan asumir muchos jóvenes con talento, deslumbrados por la posibilidad de asegurar el futuro con poco esfuerzo y sin soñar tanto.
Románticos como Torrado, quien perdió muchos dólares pero creció en España como futbolista y ya lleva dos mundiales jugados, son una rareza en México, quizás la liga mejor pagada del mundo, si se compara con su nivel