La gloria opaca de Bonds
Sergio Anaya
Viernes 06 de Abril de 2007
Cada vez que Barry Bonds se para en la caja de bateo, se tambalea un récord que parecía inalcanzable: los 755 jonrones de Hank Aaron.
Al inicio de la presente temporada de Grandes Ligas éste es el tema que acapara la atención de los aficionados y de los medios de comunicación.
El pasado miércoles Bonds reanudó la persecución sobre el récord de Aarón al despachar su primer vuelacercas de la temporada 2007, en la derrota de 5x3 sufrida por sus Gigantes de San Francisco ante Padres de San Diego.
Bonds bateó el cuadrangular número 735 de su carrera y se colocó a sólo 21 estacazos de la marca de todos los tiempos.
El abridor de San Diego, Chris Young, se convirtió en el 435 pitcher en permitir vuelacercas de Bonds, elegido siete veces Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, méritos que se han visto un tanto empañados por su vinculación al escándalo de esteroides de los laboratorios Balco.
Este detalle será sin duda lo que más pase a la hora de hacerle un reconocimiento a Bonds.
De hecho, alcanzar el récord podría convertirse en un momento triste en la historia personal del jugador y del beisbol en general por el uso de esteroides anabólicos que potencian artificialmente el poder de los deportistas.
Muchos cronistas deportivos empiezan incluso a separar la historia de los récords deportivos antes y después de la aparición de los esteroides y otras sustancias prohibidas.
Las hazañas de los atletas sólo pueden ser valoradas y admiradas cuando las realizan hombres y mujeres en forma natural, a base de su esfuerzo, y no con ayuda de sustancias químicas.
Por eso, dentro de unas semanas, cuando Bonds alcance y rebase el récord de Hank Aaron no habrá mucho que celebrar.