Inolvidable Willie Mays
Rogelio A. Letusé La O
Viernes 04 de Mayo de 2007
Cuando en los predios deportivos se menciona el nombre del jugador más carismático que se ha desempeñado en el jardín central durante los últimos 50 años en las Ligas Mayores, casi siempre emerge Willie Howard Mays, Jr.
Este excelente guardabosque, que sobresalió en todos los aspectos del juego, tuvo una longevidad de 23 campañas defendiendo las chamarretas de Nueva York y los Gigantes de San Francisco.
Mays, quien nació el 6 de mayo de 1931, demostró desde el año de su debut- 1951- que daría mucho de que hablar, pues al final de esa temporada fue seleccionado el Novato del Año.
Dicha nominación estuvo avalada por sus 127 indiscutibles en 400 veces al bate, para un promedio de .274 con 20 cuadrangulares.
Irónicamente, el inicio de dicha campaña no fue muy promisorio para Willie, quien en sus primeros 26 turnos al bate sólo había conectado un jit- un cuadrangular- a costa de Warren Spahn.
Ello motivó una petición muy cercana a la súplica del novato en diálogo con el director de los Gigantes Leo Durocher.
"Jefe", así comenzó Mays, "estoy causando daños al conjunto. Es preferible que me siente o me envíe de regreso a las ligas menores".
El "Bocón", viejo zorro en esas lides que ya se había percatado del diamante en bruto que tenía en sus manos, respondió:
"No te preocupes. No te vas a ninguna parte. Sólo continúa haciendo "swines", porque eres mi jardinero central aunque no conectes un indiscutible más el resto del año".
Esa muestra de extrema confianza en el mocetón proveniente de Westfield, Alabama, tuvo un efecto tan satisfactorio en Mays que a partir de ese momento se convirtió en un inclemente azote para todo lanzador que se le parara enfrente.
En su muy publicitada carrera, Mays, que tomó parte igualmente en 24 Juegos de Estrellas, fue líder de los bateadores en 1954. En dicha contienda compiló 345 al archivar cientos 95 incogibles en 565 comparecencias al cajón de bateo.
Ese propio año logró impulsar 110 carreras. La primera de una decena de temporadas con más de 100 empujadas.
En 1955, el "Say Hey Kid"- su sello distintivo de saludo- obtuvo el primero de sus cuatro lideratos de jonrones, con 51. Tal hazaña se repitió con los Gigantes de San Francisco en 1962 (49), 1964 (47) y 1965 (52).
Abundando en los cuadrangulares, Mays estampó su rúbrica con marca inefable el 30 de abril de 1961.
Ese día, en partido celebrado en Milwaukee, conectó dos vuelacercas a Lew Burdette, otro a costa de Seth Morehead y el último contra Don McMahon para empatar así un record compartido entonces por otros cinco jugadores de la Liga Nacional.
Y fueron extraordinarios, en realidad, los totales ofensivos cosechados por Mays dentro del "Gran Show", pues de sus tres mil 283 imparables- décimo de todos los tiempos- 660 fueron jonrones, 140 se convirtieron en triples y 523 resultaron tubeyes.
Asimismo, impulsó mil 930 carreras de por vida, fue un hábil corredor tal y como dan fe sus dos mil 72 anotaciones, amén de las 338 bases que estafó.
En definitiva, fue su gran amorío con el béisbol el que quizás lo llevó a prolongar demasiado su estancia en esas lides hasta convertirlo en una sombra de lo inmenso que había sido en sus postreras seis campañas. Por ello, su promedio general de bateo descendió hasta .302.
Mas, no todo en el "Say Hey Kid" fue batear y correr, ya que sus espectaculares engarces eran la comidilla de los amantes a la emoción y el suspenso; mientras su brazo imponía una nota sobresaliente a la culminación de múltiples jugadas.
En un encuentro celebrado en el Polo Grounds contra los Dodgers, el corredor Billy Cox estaba anclado en tercera y Carl Furillo conectó un batazo a las profundidades del right-center.
Mays capturó la pelota en desenfrenada carrera, hizo un giro en el aire, y disparó un tiro de línea hasta la mascota del receptor Wes Westrum, quien enfrió al atónito Cox.
Otro de sus fildeos legendarios fue logrado durante el Juego de las Estrellas de 1955 a costa de un estacazo bateado por Ted Williams, exactamente cuando la pelota estaba a punto de volar por encima de las cercas del Estadio County en Milwaukee.
El non plus ultra de las atrapadas ejecutadas por Mays, no obstante, fue una que se registró en los anales deportivos con nombre propio: "The Catch", o la captura.
La cogida en cuestión tuvo lugar en el primer juego de la Serie Mundial de 1954 entre los Gigantes y los Indios del Cleveland.
El toletero Vic Wertz conectó un enorme batazo hacia el jardín central, a más de 450 pies del plato. Mays, quien había salido en busca de la bola en desesperada "esprintada" de espalda al home, estiró el brazo y se hizo de la pelota casi pegado a las vallas.
De esa forma logró una de las atrapadas más recordadas de todos los tiempos.
Mays, que se retiró jugando para los Mets en 1973, conquistó en suma 12 Guantes de Oro por su prestancia en el fildeo, y fue elegido Jugador Más Util en dos oportunidades durante su enjundiosa carrera.
Igualmente fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown en 1979.
Han transcurrido 34 años desde que Willie Howard Mays Jr hizo mutis del juego diario. Pero su emblemática figura resplandece como un ícono inconmovible del béisbol total de los tiempos modernos.