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AL BAT: Tony Dicochea (2da. parte)

Jesús Alberto Rubio
Lunes 04 de Febrero de 2008
 
Ya caí en cuenta: el rancho donde está sepultado Tony Dicochea es Cíbuta (cerquita de Nogales) y no Cícuta.

Sigamos este día con su rica historia, en tanto los Yaquis de Cd. Obregón (México) cayeron por segundo día, ahora ante los Tigres de Licey en un duelazo de mírame y no me toques.

Vayamos con el nogalense:

Dicochea llegó a los Mayos de Navojoa en la V campaña y tuvo de mánager a Tomás “El Sargento” Herrera, logrando marca de 2-5, pero un excelente 1.78 de efectividad (en 9 juegos lanzados).

En la siguiente temporada mejoró a 8-5, teniendo un día por demás especial de acuerdo a lo que cuenta en el doctor Arturo León Lerma en su libro ¡Arriba… Mayos…Arriba!

Fue la vez en que lanzó 15 episodios manteniendo el score 0-0, conectando al cierre de la misma, un descomunal cuadrangular por el jardín central contra el pitcheo de Juan Suby para decidir así el dramático juego ante los Rieleros de Empalme.

“Ramón “El Diablo” Montoya trató de atrapar la bola corriendo a toda su velocidad y a su estilo, estrellándose contra la barda chica. Dio un salto en u último y frustrado intento y quedó colgado sobre el acolchonado de la barda. De ahí fue trasladado a la Clínica de Navojoa para recibir atención médica”.

Era el jueves 26 de diciembre de 1963 y Tony Dicochea se cubría de gloria con tan memorable jonrón.

Sobre este capítulo, también Ronnie Camacho también nos narra lo siguiente, algo exquisito, verá:

“Todavía recuerdo aquel juego en Navojoa. Juan Suby lanzaba por nosotros, los Rieleros de Empalme y Tony lo hacía por los Mayos de Tomas Herrera.

Nos fuimos a entradas extras empatados a cero y nosotros los bateadores íbamos y veníamos. Esa noche el “Indio” estaba cortante; el lanzamiento favorito (knuckleball) ni tan siquiera lo tocábamos. Y fue en la entrada número 14 cuando decidió el juego con un largo jonrón por el centro del parque Revolución (en aquellos años) para el 1-0 definitivo.

En la noche después del juego, fuimos a cenar al único lugar que estaba abierto (era la 1 de la mañana, casi) y ahí estaba el gran Dicochea.

Nos acercamos a él y le dijimos casi en coro: “Indio”, qué clase de exhibición diste, te felicitamos.. Y aquel hombre, se paró y habló: “Díganle a Suby que fue un digno rival, este juego ha sido el mejor de mi vida”.

A los 4 días en Empalme, el mismo Suby le bateó un jonrón a Panchillo Conde Ramírez y luego Panchillo hizo lo mismo, contra Suby....¡¡¡increíble.....!!! Fueron los únicos jonrones que batearon en su vida de beisbolistas. El “ Papelero” Valenzuela, quien era el manager de los Cañeros, se tiró en el suelo con los brazos abiertos viendo para el cielo, ¡no lo podía creer!

Fue la temporada en la que el mismo Ronnie Camacho estableció la marca de 27 obuses, la que en campaña 71-72 empataría Bob Darwin con los Naranjeros.

Entradas lanzadas

Esa temporada fue para Tony muy especial y le diré el por qué:

Alfonso Araujo ya escribió sobre los récords más difíciles en nuestra pelota de invierno y, en ese contexto, aparece precisamente Tony Dicochea:

“Vicente Romo tiene uno que parece imposible de alcanzar y es lanzar 218 entradas en una temporada.

Fueron 80 juegos en los que participó el equipo de Guaymas en la sexta temporada de la Liga Invernal de Sonora en 1963-64 y Romo salió a la loma en 37 ocasiones, 21 de ellas como abridor, completando 15 partidos, ganó 17 juegos, uno menos que la marca de Miguel Sotelo; perdió 9, presentó un 2.84 en efectividad, pero el líder al respecto fue Panchillo Ramírez de Los Mochis con 2.32 y 175 entradas lanzadas.

Además de Romo, hubo otros dos lanzadores que pasaron de las 200 entradas, siendo Tony Dicochea de los Mayos con 210 y Miguel Sotelo de Hermosillo con 208.

Vio debutar al Paquín

En la 64-65, fue testigo con los Mayos del debut, con jonrón, del jovencito (16 años) Francisco “Paquín” Estrada. Esa campaña registró 7-9 y un excelente 2.11.

Esa vez Guaymas fue el campeón con “Becerril”, “Kiko” Castro, Murillo, Frayde (manager), el “Huevo” Romo, Arturo Cacheux…

En la Liga Mexicana, en esa década, lanzó con Sultanes del 62 al 65, tocándole la oportunidad de ser campeón en la primera de ellas con el gran equipo descrito en el primer capítulo, uno de los más grandes de todos los tiempos en la historia de Monterrey, si no es que el mejor..

La bola de nudillos

A Mario “Toche” Peláez le preguntaron una vez su mejor arma en el pitcheo y dijo: “La bola de nudillos que me enseñó a tirar el mejor maestro de ese lanzamiento que he conocido, Tony Dicochea.

Y añadió: “Un día me dijo, tu tienes buena recta y buena curva, pero qué tal si te llegas a lesionar. Mejor aprende a tirar el knucleball que pocos pitchers dominan”.

Me apliqué y fueron casi dos años de practicarla hasta que me animé a tirarla en un juego y tuve la suerte de pitchearle a mi tocayo Mario Ariosa, que siempre bateaba arriba de 300, y cuando lo ponché, me gritó desde el dugout del Aguila donde Mario tuvo sus mejores años, “No andes tirando eso que se te va a quedar chueca la mano”.

Tiempo después se corrió la voz y había peloteros importados que aunque les tirara curvas, juraban que los había dominado o ponchado con la pelota de nudillos”.

Otros grandes especialistas

En México también han lanzado la bola de nudillos gente de la alcurnia del mismo “Daniel “La Coyota”, el primero de todos, cuando lanzó con os Industriales de Monterrey y junto a Dicochea, de los grandes precursores en la especialidad.

¿Pero que es la bola de nudillos?:

Se trata de una pitcheada que no viaja a gran velocidad pero que es letal para los bateadores rivales; incluso se dice que los mismos serpentineros no saben qué rumbo va a tomar este lanzamiento que se puede tirar en diversas forma pero siempre utilizando los nudillos.

Es una curva amplia y lenta que viaja a la deriva y con casi nada de rotación. El pítcher sostiene la pelota con la punta de los dedos y cuando es lanzada, éstos impulsan la pelota.

Cuando la bola viene rumbo al guante del receptor, ésta se mueve "como una mariposa" y resulta muy difícil de batear.

Jaime Corella todavía recuerda cuando con los Sultanes tenía que usar un guante gigantesco para atrapar "las mariposas" que lanzaba a home el gran Dicochea.

Otros especialistas también han sido el mismo “Toche” Peláez, Alberto Joachín, Mauro Ruiz, Enrique Castillo, Exiquio Collis, Eliseo Garza, Theolic Smith y Armando "Indian" Torres…qué decir de Tim Wakefield, el estelar nudillero del béisbol actual de los campeones Medias Rojas de Boston.

Y faltan más, pero, por hoy, nuestros respetos a Tony Dicochea por alcanzar uno de los perfiles muy altos en el lanzamiento nudillero en el béisbol de todos los tiempos en México.

Cerremos este capítulo con las palabras finales de Ronnie Camacho:

“Tony era un excelente compañero y mejor amigo; veía el béisbol como su hobbie preferido. Siempre hablaba de su rancho y el ganado que tenía en Nogales.

El léxico de Dicochea era el de un hombre de campo, con un estilo muy propio y hablaba muy “acherado”. Tenía un gran corazón. Cuando la muerte del “Chamaco” Vea, lo sintió mucho y se fue con nosotros a la gira que realizamos por varias plazas para ayudar a su viuda.

Vivía alejado del ruido en Nogales y siempre estaba en el rancho.

Una noche en Poza Rica, me dijo, oye Pecha, si viene un gringo a preguntar por mi edad dile que tengo 52 años.-”

¿Y eso, por qué?, le pregunté y contestó: “Es que es un scout de Cincinnati y Regino Otero me recomendó y a mi no me gusta ir para allá, porque te dan unas “pelas” y después te mandan a volar, más a uno que es pitcher. A puro correr y correr y no dan chanza de nada”.

Ese año en Nuevo Laredo ganó con nosotros 15 juegos y también bateó arriba de .300, en las pocas veces que participó.

Tony Dicochea, un gran tipo. Cuando nos avisaron de su muerte todos lo sentimos mucho. Nos sentíamos mal y lo extrañamos. Para nosotros era un líder que siempre nos estaba impulsando.

Después de los juegos lo veíamos salir bien bañado, con una buena loción encima y de levis, camisa vaquera, saco del mismo estilo y sus inconfundibles botas. Cuando Íbamos a los “calorones” de Poza Rica, Mérida, Veracruz y Monterrey, vestía igual y no abordaba el camión que nos llevaría al hotel.

En tono de broma nos decía: “Bueno, caballeros, nos vemos hasta pasado mañana...”.

Ese era Dicochea, que Dios lo tenga en su santa gloria...”.

jarubio@guaymas.uson.mx
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