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Al Bat: Mánagers inolvidables

Jesús Alberto Rubio / beisrubio@gmail.com
Lunes 06 de Abril de 2009
 

Zenón Ochoa y Ronnie Camacho nos hablan de Lázaro Salazar y Tony Castaño, ¡Nññooo!

En agradable charla en la intimidad de su hogar, aquí en Hermosillo, Zenón Ochoa expresó ayer que “los mánagers deben ser “un mucho” de psicólogos”.

Dijo que cada piloto debe tener diferentes maneras de hablar a cada uno de sus jugadores. Incluso, conocer su vida íntima y platicar a solas con ellos  para saber que “hay más” allá del juego.

Zenón tiene en Lázaro Salazar, “El Príncipe de Belén”, el mejor manager extranjero que ha llegado a México.

“Le ví su exigencia contra Claro Duany y Roy Campanella, mostrando que para èl no había “estrellitas”. Jugaba con la ley del béisbol”.

Cierto día Campanella no aceptó que le dijera “aquí estamos en México, aquí no jugamos como en EU y yo aquí doy las órdenes”, contestándole que dejaba al Monterrey, por lo que rápido, Salazar llamó a un directivo del Club solicitándole el boleto de avión de Campy.

Las cosas se arreglarían y Campanella continuó con los Industriales, “pero ahí Lázaro expresó su don de mando, sin dar cabida a indisciplinas con todo y lo grande que fuera un jugador”.


Zenón Ochoa señala que Salazar “armaba sus equipos” y por ello consiguió siete campeonatos en la Mexicana.

Recuerda que tenía una memoria privilegiada y era muy inteligente, diciéndoles en juntas previas al partido la forma en que deberían jugar contra el enemigo.

Cita que les decía: “A éste, tíralo así, abajito; a julano de tal, curva y curva; al otro, pegado, pegadito… y así.

Sobre el tipo de pitcheo, Zenón se ubicó en el contexto actual con el béisbol que demostraron los asiáticos en el Clásico Mundial:

“Así jugábamos en nuestro tiempo, aunque con poquito menos de intensidad y es que al tener grandes parques, no había otra más que jugar un béisbol rápido, de estrategia, de velocidad” y dio el ejemplo de cuando Lázaro Salazar colocó de segundo bat a “Molinero” Montes de Oca a pesar de su poder como cuarto tolete con los Cafeteros de Córdoba.

“Jugaba para el club; no permitía individualidades y actuaba siempre con mucha psicología; su exigencia y disciplina que imponía no molestaba a nadie”.

Precisamente, elevó la memoria del recordado antillano y su forma de jugar y dirigir cuando en 1939 dio el campeonato a Córdoba ¡robándose el home! en el inning 16 para dramática victoria de 4-3 ante Monterrey. Ese año bateó .374 y en la loma tuvo 16-5.

Y del pitcheo, acotó: quien tira entre el tobillo y la rodilla, siempre será un excelente ganador; “ya ves al chino  Ming Wang con los Yankees”.

¿Cómo la ve…?

Tony Castaño

A propósito de grandes mánagers, Ronnie Camacho nos habla de Tony Castaño, su timón con los Pericos de Puebla con quienes tuvo fabulosa campaña en 1963 cuando fueron campeones y estableció ese año la marca de 39 cuadrangulares.

Del antillano, apunta:

Fue un mánager ganador. Conservaba el equilibrio en el equipo y todos le jugábamos a morir. Tenía una sana y noble expresión para cada uno de nosotros; nos valorizaba y nos defendía”.

Señala que cuando hace días escuchó al Gobernador Eduardo Bours en el  acto de reconocimiento a los “Orgullos sonorenses”, le llamó la atención su mensaje “donde muy claramente dijo que la diferencia entre un ganador y un perdedor existe un  abismal espacio; que no hay que estar bien, sino hacer las cosas bien...”.

Ronnie afirma que Castaño era un buen hombre, de mucho beisbol, nacido en Pinar del Río y que incluso tenía muy buenas relaciones con los periodistas, principalmente con Tommy Morales en México y  Montero Ponce en Puebla.

Habla de cómo lograba éxito dirigiendo equipos:

“Siempre escogía a sus jugadores extranjeros ya que tenía una excelente relación con las principales organizaciones de Estados Unidos, las que siempre le enviaban muy buenos peloteros y todos jugaban con gusto para él”.


Recuerda que Teolindo Acosta (+) fue uno de ellos; logró el campeonato de bateo en una ocasión; Juan Ramón Quiroz ganó 14 juegos; Andrés Ayón más de 20; el “Musu” (Musulungo Herrera) bateaba lo que quería; después trajo a Morejón y no falló, tal vez el único que no estuvo a la altura fue Ultus Alvarez...

Advierte que le gustaba convivir con sus jugadores hasta cierto límite, es decir “te soltaba la rienda y luego jalaba”.

Apunta que les gustaba jugar para él porque sabían que  su sistema era bueno y que cuando se presentaban  momentos difíciles en un juego, les hablaba de otras cosas, como por ejemplo:

Una noche en Guadalajara, al Musulungo Herrera, nuestro estelar receptor, estaba pasando por una noche terrible con el bat cuando le recetaron el tercer ponche de la noche, Tony comentó:

“El Negrón, seguro se fue anoche a la fuga de Tarzán”.¿Qué quiso decirle?

Que se había ido con las “chamaconas” y en Guadalajara como en cualquier gran ciudad, existen miles de tentaciones.

Cuando apareció por primera vez en la Liga Mexicana, Angel Scull,  dijo:“Ustedes lo verán correr. Si sale al robo de segunda, el catcher debe de tirar a tercera”.

Entonces, Graciliano Parra, un lanzador venezolano le dijo: “Tony, primero se tiene que embasar”.

Rico anecdotario

Ronnie Camacho nos cuenta otras dos anécdotas, buenas, de Tony Castaño:

“Serían las 11.40 de la noche en Zacatecas cuando íbamos rumbo a Monterrey, a inaugurar la temporada, tuvimos en Zacatecas un partido contra un equipo sucursal de los Pericos de Puebla.

Ya en el terreno, el juego se alargó mucho y suspendieron las acciones por que teníamos

que viajar.Cuando llegamos al Hotel, éste se encontraba a oscuras y el persona prendía velas en el lobby para poder vernos.

En el fondo, existía una escalera para irse a los cuartos.

En eso, llegó Tony Castaño a recepción y le dijo al empleado: "Oye, "viejito", dame la llave y un palo......El tipo se le quedó mirando y le preguntó: “¿Para que quiere el palo?, a lo que el cubano le contestó “Pues para subir al cuarto y estar preparado por si acaso me asaltan”.

 

“Jiquí” contra Ted Williams

En el hotel Poza Rica, esa noche se había perdido el juego y Castaño nos dijo algo molesto.

“Los quiero a la una de la mañana a todos en los cuartos; que nadie se vaya a la fuga de Tarzán”.

Fuimos a cenar y regresamos. Como faltaba casi una hora para irse a los cuartos, nos reunimos afuera del hotel y empezamos a contar anécdotas.

“Jiquí" Moreno empezó a contar cuando se enfrentó a Ted Williams y el relato que hacía era con todo y los movimientos que ejecuta un lanzador en un juego. Para esto, ya se encontraba un grupo considerable escuchándolo, e incluso Castaño.

Luego, Jiquí expresó “la cuenta de Williams era de 3 bolas y 2 strikes” y levantó los brazos, escuchándose de inmediato la voz de Tony, quien dijo, “Después de que lo ponche, todos para arriba a dormir”.

Moi Camacho, que ahí estaba presente, le preguntó a Castaño: ¿Cómo sabes que lo ponchó?

Y por respuesta, escuchó: “Mira, cabezón, ese mismo cuento, lo ha hecho en Nicaragua cuando andaba en el Boer, nada mas que allá le dió jonrón... luego, en Panamá, ahí le dio la base; ¿no crees que aquí le toca poncharlo?
  
Sufría con las derrotas

“Oye, Ronnie, de ahora en adelante, vas a ser mi compañero de cuarto”, me  dijo en Puebla mi manager Tony Castaño.

No le pregunté el por qué y así fue.

Nos fuimos a la gira por Monterrey y Reynosa y les diré una cosa: Nunca me imaginé cuánto sufría este hombre de origen cubano cuando perdíamos un juego o bien por algún error mental de él, cuándo los relevistas estrellas Jiquí Moreno y Mauro Ruiz fallaban a la hora cero.

Ahí, en el cuarto, explotaba conmigo. Entonces  comprendí el por qué quería estar de compañía con alguien al cual le contara las incidencias de los partidos jugados.

Cuando ganábamos, la ropa interior no se la cambiaba, seguía con la misma sudadera y medias sanitarias;  se sentaba en el mismo lugar en el dougout, comía lo mismo en los restaurantes, en fin, era supersticioso… y  hasta que perdíamos, se cambiaba de ropa.

En ocasiones me habló de Cuba, especialmente de cosas de pelota, pero también del negocio de abarrotes que iba viento en popa y que se lo quitó el movimiento político de Fidel Castro.

Me recordaba de cuando fue campeón bateador con los Azules de Veracruz de Jorge Pasquel; de su querida esposa Ursina, que la amó toda la vida y nunca se separó de ella.

También de su pelotero favorito el “Borrego” Álvarez; “nadie como él, decía orgulloso.

Recordaba mucho a Pedro Ramos y Camilo Pascual; a los Petroleros de Poza Rica a quienes los bautizó como “La pandilla de gangsters”; “nunca supimos por qué.

Caray, qué evocación al gran Tony Castaño quien murió en Miami, Florida hace algunos años.

“Era mi amigo e inolvidable manager”: Ronnie.

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