Añoro el beisbol que gocé de joven. Hoy los peloteros son insípidos, incluyendo a los buenos, que no son tan buenos.
En Indios de Juárez, la Pingua Canales daba emociones a granel y con su enorme pañuelo rojo, modo de caminar y ocurrencias era el deleite de la afición, que entonces pagaba y llenaba el estadio. Hasta el “Cucarachón”, quien cuidaba y arreglaba el parque era más atracción que un “estrella” actual.
La comadre Leal fue el más dicharachero y pintoresco pelotero mexicano que he visto. Pirto Canales tenía lo suyo, el Burro Hernández también. Ah, y el Mascaras Guzmán de quien un plebe preguntó en una pelea de box entre dos negros ¿Cuál el mascaras?
Esos tiempos quedaron atrás. Tiempos en que el pelotero amaba su profesión y le daba todo. Hoy quieren estrictos límites de lanzamientos, fingen lesiones y les importa poca la afición. Además el mercenario de hoy no tiene ángel (carisma).
En las bacanales modernas se ahuyenta a damas y niños con las barbaridades que se gritan contra quien sea y a todo pulmón sin que seguridad se moleste en apasigüar el manicomio.
Vea estos gritos de antaño y dígame si no son más imaginativos que las babosada de hoy:
No le pegarías al suelo si te cayeras de la cama.
Mueve tú el bat, no trae pilas.
Deberían dejarlo batear con un tololoche.
Tírale fuerte por si le pegas.
Umpire como puede dormir con todas las luces prendidas.
He visto más movilidad en una estatua.
Umpire sabemos que estas ciego conocemos a tu amante.
Cuando el umpire está indeciso. Pídele a tu mujer que decida ella como en tu casa.
Si tuviera enchiladas ya habrías limpiado el plato.
Sácate el ojo de vidrio y lávalo.
No verías el plato ni lleno de comida.
Despierta umpire te estas perdiendo un gran juego.
No puedes dormir aunque sea juego nocturno.
Umpire de aquí te tienes que ir a confesar.
A un aficionado que insultaba a los ocupantes del bullpen le gritó un pitcher, “Vete a cuidar a tu mujer nos falta un pelotero.”
Y lo más corriente que escuché antes de que todos no llamáramos guey (cuando había cultura) fue en un ponche a Manuel Magallón, poseedor de amplia región glútea: “Nálgame Dios nalgallón, ya te poncharon”.
Dicen que quienes preferimos ese beisbol somos viejos ignorantes que no sabemos lo que es bueno, por eso no apreciamos el moderno.
Bueno, pero díganme, ¿Por qué los equipos de hoy naufragan en un mar de tinta roja aun cuando malos gobiernos los mantienen como si fueran entenados deseables?
¿Por qué hoy regalan boletos por miles y la mayoría no los usa? Antes daban menos pases que un mal torero.
Antes había peloteros que desquitaban el precio del boleto mucho mejor que las ridículas mascotas, enanos graciosos, y vaqueritas sin gracia, antes había beisbol, no circo.