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Hacedor de Campeones

Sergio Anaya
Jueves 22 de Abril de 2010
 

La atención de los presentes está puesta sobre la estrella de la función, Jorge “El Travieso”  Arce, tal vez más conocido por su participación en el show televisivo “Big Brother” que por sus campeonatos.

La presencia de jovencitas que buscan un autógrafo del Travieso y el acecho de las cámaras refuerzan el papel protagónico del boxeador mochiteco.

Pero a un lado de él, callado y casi siempre con la vista hacia abajo, permanece una leyenda del boxeo mexicano. Un manager que lo ha visto y lo ha vivido todo: Ignacio Beristáin. “Don Nacho” para la raza del medio.

En más de 50 años como entrenador de boxeadores, Beristáin ha visto de todo. Él estuvo en la esquina de Vicente Saldívar, cuando el zurdo ganó el título mundial pluma ante el galés Howard Winston, allá en el lejano 1967.

Él manejó a Guty Espadas, a Daniel Zaragoza, Ricardo López, “La Chiquita” González… en total, a 15 campeones mundiales más otros tantos boxeadores mexicanos que no obtuvieron el título pero sí destacaron en los rings de todo el mundo.

Y allí está Don Nacho, muy serio mientras el Travieso hace su show ante las cámaras.

“Me inicié como boxeador pero en 1959, después de retirarme empecé la carrera como entrenador”.

Su breve etapa como peleador, suspendida a raíz de una lesión en el ojo y tras convencerse que no sería un gran peleador, sirvió sin embargo para aprender de sus managers, entre los cuales destacaban Arturo “Cuyo” Hernández y el “Chilero” Carrillo.

En pocos años tuvo en sus manos a grandes boxeadores, pero una de las etapas que recuerda con más satisfacción es cuando le tocó participar en la preparación de Vicente Saldívar para las peleas contra Winstone.

Era la década de los sesenta y el boxeo mexicano tenía una popularidad más genuina y menos mediática que en la época actual.

Al evaluar la evolución del boxeo hasta su etapa actual, Beristáin no cae en las trampas de la nostalgia, de considerar que todo el pasado fue mejor, y reconoce la preparación que llegan a alcanzar algunos peleadores.

“Antes era muy difícil encontrar a alguno que tuviera más estudios de secundaria, pero hoy hay varios que antes o después de retirarse siguen carreras universitarias, como un muchacho que ahora es médico nuclear después de haber andado varios años en los rings. También hay otros que cuentan con títulos o con estilos de vida saludables”.

Y suelta la crítica, como un jab a la mandíbula de José Sulaimán.

“No sé por qué Sulaimán se ha encargado de difundir esa versión de que todos los boxeadores son gente que no puede hacer otra cosa más que boxear y que nunca puede dedicarse a otras actividades”.

Hoy el boxeo mexicano parece recobrar su antigua vitalidad gracias a las promociones que realizan los dos grandes consorcios televisivos del país. Pero Beristáin no está conforme:

“Sí, hay mucho movimiento y es bueno. Pero los que se llevan la mayor parte de las ganancias son las empresas promotoras. A los boxeadores les toca muy poco”.

Beristáin se pone serio de nuevo. No habla para no distraer la atención sobre las palabras de su Travieso pupilo.

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