José Enciso Ulloa, el más grande jugador de billar que hadado México, nació en Guaymas el 2 de julio de 1910.
Empezó a jugar desde los nueve años en un billar propiedad de su padre, de ahí el mote de “Chamaco”. Practicaba por las noches, cuando el billar estaba cerrado y era sólo para él.
A los 12 años se trasladó a Nogales, donde trabajó en el billar de Frank Diamond. Después se trasladó a Los Ángeles, donde trabajó en los astilleros sin dejar de practicar durante los noches.
Su espíritu aventurero lo llevó a Nueva York en 1938 y allí fue campeón del mundo dos veces.
Alguna vez visitó Ciudad Obregón. El cronista José Escobar Zavala ha escrito así sobre aquella estancia de Joe Chamaco en nuestra ciudad:
Desde que se inventó el billar el juego de carambola, hace más de dos siglos, en los libros de récords aparece Willie Hoppe, norteamericano, como el jugador más virtuoso de todos los tiempos, que fuera campeón mundial a finales de la década de los 30 y por varios años de la 40. Pues bien, este señor fue vencido en una histórica sesión escenificada en Nueva York, por un mexicano, de Guaymas, Sonora, que a partir de entonces cobraría fama internacional con el sobrenombre de “Joe Chamaco”. Su verdadero nombre era José Ulloa.
En la historia de nuestra ciudad, por la calle No Reelección, han funcionado en distintas épocas tres salas los billares; “El Patio”, de José Meza, en Plano Oriente, y las dos restantes en el sector poniente; “Billar Superior”, de Don Mearinianito Vázquez, ubicado en la ruta antes citada haciendo esquina con la calle Zacatecas, y el “Centro Recreativo”, de Ramón Guzmán (una calle del sector sur lleva su nombre) que se localizaba cerca del Mercado, entre las calles Chihuahua y Sonora, donde años más tarde funcionó la “Zapatería Guaymense” de Arturo Preciado.
Las referencias antes mencionadas vienen a colación porque el más antiguo de esos establecimientos, el de Ramón Guzmán, trabajó de cocinero durante los años 1928 y 1929 nada menos que Joe Chamaco, que entonces era un esmirriado adolescente. En ese tiempo ya barría con todos los cajemenses, excepción hecha de un jovencito más o menos de su edad, su tocayo José Borboa, a quien apodaban “El Buqui”. Apodan, mejor dicho, porque todavía vive, reside en Tijuana.
De aquí se trasladó Joe Chamaco a la ciudad de México donde quedó en primer lugar en un torneo nacional, lo que le permitió representar a nuestro país en torneos centroamericanos y posteriormente participó en una eliminatoria tendiente a sacar retador para el campeón del mundo, Hoope. Ganó el certamen y enrachado hizo la hazaña de quitarle el campeonato universal al mejor billarista que hasta la fecha ha existido.
En la revancha, Hoppe recuperó la corona, pero Chamaco siguió siendo un coloso que se especializó en brindar exhibiciones de fantasía. Estuvo en Europa, Asía, África y Latinoamérica. No se hizo millonario, pero vivió desahogadamente, recibió honores y distinciones y conoció los lugares y países más interesantes del planeta.
A Cd. Obregón retornó el 30 de octubre de 1943, para brindar una exhibición en el Casino Comercial, elegante centro de la sociedad cajemense. Esa noche la sala fue materialmente invadida por un público que disfrutó de a plenitud los vistosos tiros de fantasía que ejecutó el genial billarista.
En la segunda parte de su presentación jugó una partida de tres bandas con un aficionado local, Santiago Cota Jr. (padre de Federico Cota, ex funcionario de la firma Super Camiones), quien, dicho sea de paso jugaba bastante bien. Naturalmente, no fue pieza para el inmenso Joe Chamaco. Fue tan exitoso el evento, que se repitió 15 días después en beneficio del Hospital Municipal.
José Escobar Zavala. Glosas de Cajeme. Libro de próxima aparición.