Vivimos una época negra en el béisbol de Grandes Ligas, el juicio de Barry Bonds y el retiro repentino de Manny Ramírez continúan manchando la credibilidad estadística de los héroes del diamante que participaron activamente de 1995 a la fecha, lo que ha regresado los reflectores en forma negativa al rey de los deportes.
Este es un tema donde siempre se ha manejado la doble moral; por un lado la Major League Baseball no tenía establecido en su momento las reglas del consumo de sustancias de sus agremiados, por lo que los presuntos actos de consumo de los ya multicitados no son per se ilegales. Pero por otro lado existe el raciocinio ético que nos dice que todos aquellos peloteros que consumieron anabólicos en secrecía para mejorar sus rendimientos estadísticos realizaron actos antideportivos.
Ésto ya no es una pelea entre cañoneros consumidores y lanzadores, esa tesis se fue al caño al salir a la luz pública que también existen lanzadores que mejoraron su accionar al suplementarse con hormonas de crecimiento o esteroides; es una lucha, una batalla entre consumidores y no consumidores.
No podemos solo crucificar a los peloteros, aquí tenemos que tener acceso a todas las evidencias. Algo que me queda claro es que no podemos enjuiciar a todos los cañoneros, solo por poner un año extraordinario, no podemos enjuiciar a los beisbolistas de élite solo porque tuvieron carreras memorables.
Esto nos coloca en una situación difícil para poder apreciar la veracidad de las carreras de algunos peloteros. ¿Son ciertos jugadores más inteligentes por no haber sido atrapados con las manos en la masa? Aquí no está en juicio el buen y caritativo corazón de algunos, sino la integridad moral con la que se condujeron en sus carreras deportivas.
Aquí existen muchas constantes que deben de salir también a la luz pública, por ejemplo: ¿Debe Bud Selig informar la razón por la que volteó la vista ante la latente problemática del consumo? ¿Cuál era su interés? ¿Era el de, deshonestamente darle más espectáculo al béisbol? ¿Era el de, desbancar a la NBA del segundo puesto, como pilar del deporte americano?
Sabemos perfectamente, por la forma en que se han dado las cosas, que esto fue una agresiva persecución por parte del Congreso de Los Estados Unidos, debido a que Selig hizo por años caso omiso de las recomendaciones de los legisladores. El Congreso no quiere acabar con el béisbol, solo borrar definitivamente la grandeza de sus más grandes luminarias. El béisbol no está en juicio, los platos rotos lo pagarán los hombres responsables de poner gente en los asientos los últimos quince años. Bonds y Clemens, pagarán por los pecados de cientos de compañeros; bonita cosa, bonita unión. Ni Bonds, ni Clemens deben estar en una penitenciaría.
En mi próxima columna continuaré abundando de este tema, el cual tiene muchas vertientes.
Por hoy se acabó, nos vemos en el estadio
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