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Van por el campeonato mundial

EMdiio
Jueves 07 de Julio de 2011
 

TORREÓN, COAH.- Con dos golazos, uno olímpico y otro de chilena, México alcanzó y superó a Alemania en la semifinal del Campeonato Mundial Sub 17 de futbol.

Los goles fueron obra de Julio Gómez en un par de ocasiones y Jorge Espericueta, mientras que por los alemanes anotaron Samed  Yesil y Emre Can.

La imagen de Julio Gómez cubierto en sangre pero envuelto en orgullo quedará por siempre en la gente que pudo presenciar algo que pocas veces sucede.

México madrugó en el minuto tres cuando Julio Gómez recibió un centro de Jorge Caballero, remató colocado justo al rincón de la portería defendida por Vlachodimos.

La respuesta llegó de inmediato a través del goleador Samed Yesil, que en maniobra individual disparó raso al costado derecho del portero Richard Sánchez quien, a pesar de su estirada, no alcanzó a llegar por lo que se decretó el empate al minuto 9. Este fue el sexto gol del jugador del Bayer Leverkusen.

A partir de ahí los alemanes se hicieron del balón y lograron superar constantemente a la zaga mexicana aprovechando los desbordes por derecha de Levent Aycicek y de Mitchell Weiser, lo que puso nervioso al cuadro bajo mexicano.

México intentó jugar con pelota a ras de pasto para controlar el ritmo de juego contrastando con la velocidad de su rival, la disputa por mantener el control no fue del todo efectiva para los pupilos de Raúl Gutiérrez puesto que se vieron superados físicamente.

Cerca estuvo de caer el segundo de los europeos en una acción en que Aydin se coló a línea de fondo, mandó tiro centro que golpeó en el pecho del defensor Francisco Flores, para su fortuna el autogol no cayó porque  el esférico se escapó por un costado.

La fuerza física terminó por hacer efecto y por afectar a México que fue dominado en la recta final del primer tiempo, incluso el propio Yesil dejó escapar una clara al quitarse a dos rivales y disparar con maestría hacia la izquierda de Sánchez que solamente observó como el balón pasó muy cerca de su poste.

Pero definitivamente fue la defensa mexicana la que fue constantemente asediada por los delanteros germanos que prácticamente bombardearon en la zona de peligro. Solamente el orgullo provocó una ligera reacción tricolor que luchó más a base de constantes pelotazos que en jugadas de mayor organización. Ni Fierro, ni Bueno aparecieron durante los 45 iniciales.

Quien se decidió a impulsar a sus compañero fue Jorge Espericueta que hizo una gran jugada en la media luna y soltó un balazo directo al arco Vlachodimos alcanzó a desviar a tiro de esquina.

Una vez vino un error en defensa que estuvo a punto de finalizar en gol. Carlos Guzmán no alcanzó a cortar un trazo largo y el balón quedó a modo para Yesil quien techó con gran calidad técnica aunque la pelota nuevamente pasó por un costado.

Finalmente Bueno se hizo presente al sacar disparo de zurda casi a quemarropa del portero alemán que se lanzó y a dos manos evitó el daño.

Para el complemento las cosas cambiaron un poco quizás porque los alemanes dosificaron el esfuerzo para evitar el cansancio que mostraron en la recta final de la primera mitad.

El mejor hombre mexicano fue Julio González, que una y otra vez encaró por el sector derecho buscando siempre centrar con ventaja y logró comprometer en al menos un par de ocasiones a la defensa blanca.

Los teutones solamente se dedicaron a reventar cada balón que entraba a su área, el momento fue de México pero no se logró encontrar el gol, y esto trajo consecuencias a minuto ’59, con una jugada de contragolpe en la que el Capitán Emre Can fue dejando verdes en el camino hasta encarar al portero y superarlo con un puntapié, Alemania se fue arriba gracias a la contundencia que no tuvo México.

El grito de “Sí se puede” apareció en la tribuna con la intención de animar a un equipo que fue golpeado anímicamente que tenía que remar contra la corriente.

Con el marcador adverso el ataque mexicano arreció pisando el área enemiga con autoridad pero con mala puntería. Hasta que el milagro en el Estadio Torreón ocurrió. Jorge Espericueta logró lo que nunca antes se había hecho en la casa del Santos al cobrar un tiro de esquina cerrado, techó a todos y le pelota se metió sin que nadie la tocara. ¡Gol olímpico!, México empató el partido de la manera más inesperada.

Pero el premio al esfuerzo tuvo un costo ya que Julio Gómez resultó fuertemente golpeado al intentar rematar el tiro de su compañero, chocó cabeza con cabeza con un rival y tuvo que dejar la cancha  en camilla y con una abierta craneal.

Como en el antigüo Coliseo Romano, el público coreo el nombre de su ídolo, ¡Gómez, Gómez! Hasta que el elemento de Pachuca se levantó por su propio pie para regresar al combate. Tal como lo hacen los grandes gladiadores.

Y el de la diferencia fue otra obra maestra de quien se convirtió en el ídolo espontáneamente: en tiro de esquina Julio Gómez remató de “chilenita” e incrustó la pelota en el ángulo inferior izquierdo para marcar el tercero, la obra se estaba consolidando ante la mirada incrédula de los alemanes.

Ahora México tendrá que librar su último escollo antes de levantar la Copa, se medirá ante Uruguay en el Estadio Azteca. Por su parte, Alemania enfrentará a Brasil para disputar el tercer lugar.  

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