Ni alegarle al ampayer: Monterrey y el puerto jarocho a esperar las próximas pizcas, ni modo, así es esto en el béisbol.
Quizá si los Sultanes hubiesen (que no existe) contado con los Karim, Luis Alfonso, Erubiel, Francisco Méndez y Héber Gómez, ahora estuvieran más que listos para la gran final….
Y aún así se fueron al séptimo juego.
Y en el caso de mi bello puerto jarocho, ni hablar: su afición se quedó con el enorme deseo de disfrutar/gozar lo sucedió en 1970 cuando el Águila dirigido por Enrique Izquierdo se coronó por última vez en la LMB, precisamente ante los Diablos Rojos.
Esta vez, los Tigres de Cancún no los dejaron avanzar y acabaron con ese anhelo-esperanza porteña en seis juegos, lo que nos dice algo por demás interesante en torno a Matías Carrillo: va e nuevo a otra final entre invierno y verano, tal como lo hizo en la LMP con Guasave ante los Yaquis de Cd. Obregón, a la postre campeones e incluso del clásico caribeño en Puerto Rico.
Ahora, estamos de frente a otra historia, todo a partir de este sabadito lindo, empezando las hostilidades en el “Beto Ávila” de Cancún… y fíjese, enfrentándose los dos mejores records de la LMB.
Los Pingos (ayer parecía que habían ganado el título 2011, quizá los vio); tuvieron en el rol regular la mejor marca, 63-40, seguidos exactamente de los bengaleces con 62-43 en ganados y perdidos.
¿Quién ganará?: Mi pronóstico es que los Diablos Rojos serán los campeones (trofeo 16), saldrán con los brazos en alto en esta confrontación final veraniega.
Ya me imagino al “Kalimán” Robles que ayer traía un rostro de felicidad que ni “Mi Sangre” el doctor Carranza cuando era todo un pítcher campeón con Magdalena.
Digo, ¿no?
De Ronnie Camacho:
Leo Rodríguez fue y seguirá siendo una leyenda. Lo traté cuando estaba con los Diablos Rojos y sinceramente me gustaba hablar con él ya que era puro beisbol, orgulloso de su familia y sus hijos que en aquellos años cursaban la enseñanza primaria.
Leo vivía en Retorno 48 en Jardín Balbuena. Hasta allá fuimos a celebrar el bautizo de su hija a donde me acompañaron la mayoría de mis compañeros de equipo, Aaron Flores, Rafael Favela, Marcos Cobos, “Pasitos” Echeverría, entre otros.
Pasaron algunos años y nos encontramos de nuevo en la Liga Costeña. Un hombre que nació con el don de hacer todo bien.
En tercera base en aquellos años no había nadie que estuviera a su nivel de juego; tenía reacciones rápidas, bateo consistente y excelente compañero. Eran sus mejores credenciales, fuera del terreno de juego.
Fue apacible, tranquilo y con una sonrisa a flor de labio. Se fue para siempre, dejando un legado inigualable.
Siento mucho su partida; a mi comadre, doña Beatriz y a sus hijos, mi más sentido pésame.
Descanse en Paz.
De Juan Antonio Padilla C.:
Me entristece saber de su fallecimiento; fue un grande de Tlahualilo para todo el país. Mis condolencias a su familia de parte de un paisano amante del beisbol.