Hay quienes coinciden en afirmar que en esta región de México no existe interés de promover o abrir alguna academia por la sencilla razón que no representa ningún tipo de recuperación económica.
Quien sabe. Lo cierto es que las Academias de Béisbol representan un semillero-potencial incalculable para formar peloteros de alta calidad pensándose especialmente en el béisbol de Ligas Mayores.
Por ello, de nuevo doy cabida al documento enviado desde Venezuela por el colega Luis Eloy Ramírez, iniciando con una introducción que nos hace para luego abordar de lleno el relevante tema que debe ser del interés del béisbol organizado de México:
Estimado Jesús: Para mi es un gran honor aportar a tu maravillosa columna, tomándome el atrevimiento de re-escribir el artículo que te envié apenas unos días con motivo a un escrito del Dr. Tomas López Ríos, claro, más detallado, mayor información y estadísticas.
Mi deseo es intercambiar opiniones no sólo con tus lectores sino con gente de béisbol de tu bello país. Es extenso, pero en cada línea me esmeré en ser objetivo para que si Dios quiere se hagan su propio criterio sobre el tema.
De inicio, Luis Eloy advierte que su país ha enviado más de 270 peloteros a la Gran Carpa alcanzando una cuota por temporada de más de 60 jugadores en la última década.
Pero señala que eso no siempre fue así ya que recuerda cómo de 1939 a 1993, es decir en un lapso de 54 años, apenas habían jugado en las Mayores 69 venezolanos, siendo en su mayoría infielders, y sobre todo campocortos.
“Se decía en aquellos días que nuestro país era el paraíso de los short stop pero que no daríamos grandes sluggers o pitchers por nuestra baja estatura. Sin embargo algo sucedió en 1994, cuando un inicialista de nombre Roberto Petagine llego al Big Show con los Astros de Houston.
Petagine no era uno más firmado por un scout que lo encontró por buena suerte o casualidad ¡NO! amigos mexicanos, 5 años atrás, en 1989, fue cuando había comenzado el proceso real de pulir un diamante en bruto como Petagine para que terminara siendo un ligamayorista.
Y el padre de ese proceso era un hijo de Hungría, uno de los cientos de miles de emigrantes que llegaron de Europa a Venezuela, huyendo de la tragedia que significa toda guerra.
Llegado en 1946 a los 13 años, Andrés Reiner, fundó y opero la primera academia de MLB en mi país, la misma que desarrolló en sus instalaciones al mencionado Petagine. El Sr. Reiner, que por cierto nunca jugo beisbol organizado —como buen europeo—, y se introdujo sólo por circunstancias que le abrieron el camino.
Este visionario convenció a la gerencia de los Astros de Houston a emular la experiencia que habían desarrollado los Dodgers de los Ángeles en República Dominicana.
La verdad fue que Petagine no fue el primer prospecto que firmó Reiner; el honor lo tuvo el receptor Raúl Chávez — quien también llego a la Gran Carpa— fue el segundo pelotero firmado por el húngaro-vernezolano, pero el primer fruto de su academia y el primero que puso en el mapa de las Mayores.
Definitivamente esa academia modificó para siempre el paradigma de que Venezuela sólo aportaba short tops al beisbol.
Durante la gerencia de Reiner (1989-2005), la academia de los Astros produjo en Venezuela más de 130 jugadores profesionales, entre los que destacan Richard Hidalgo, Johan Santana, Carlos Guillen, Bob Abreu, Freddy García y Melvin Mora.
El modelo de la academia de Reiner y Houston, ciertamente no fue original pero fue tan exitoso que lo copiaron otras organizaciones de MLBs y en la actualidad funcionan unas 16 a lo largo del país.
El producto final de esta manera de formar peloteros profesionales, ha sido el arribo de 201 venezolanos a las Grandes Ligas 1994 y 2011, destacando que los lanzadores y receptores comparten la mayor producción por posición desplazando por mucho a los paracortos.
En su artículo el Dr. López Ríos, habla de varios factores limitantes para que los mexicanos no destaquen en el béisbol, entre ellos la genética.
Ciertamente como escribe el galeno, “es irrefutable que hay razas que ya traen lo atlético en la sangre” —y continua— “sabemos que el mexicano necesita trabajar mucho en el gimnasio para conseguir una buena condición física”.
Y tiene razón el Dr. López pero no como verdad absoluta aplicable al béisbol. Por ejemplo para nadie es un secreto que la morfología y biotipo de una persona nacida en Kenia o Tanzania, lo hace naturalmente apto para las carreras de distancia, como tampoco es un descubrimiento que los habitantes de los países templados tengan una talla ideal para los eventos de fuerza, pero el beisbol es más “democrático” con sus practicantes.
Para muestra algunos botones, como por ejemplo los pequeños José Altuve, Alexis Amarista o Dustin Pedroia de la actualidad, o unos diminutos Fred Patek y Harry Chappas de décadas atrás. Otros no son nada vistosos como atletas por ejemplo Cecil y Prince Fielder, los hermanos Reuschel o los grandes zurdos Mickey Lolich y Fernando Valenzuela.
Quien puede dudar de la grandeza de Babe Ruth a pesar de que al verlo parecía más a un manager —con el perdón de Tom La Sorda— que al súper astro que fue. Por ello no considero la genética factor para que México no sea un productor de big leaguers.
Continúa el Dr. López con otra variable: La económica.
“En México los apoyos económicos son escasos y llegado el momento muchos jóvenes deben dejar de estudiar y practicar deporte para ponerse a trabajar, quedando prometedores prospectos en el camino. Llegar a ser un profesional de la pelota requiere de muchos sacrificios y el mexicano no siempre está dispuesto a perder sus comodidades o a correr el riesgo”.
Tras esta última afirmación del Dr. López, aprovecho para contarles tres anécdotas, amigos lectores si aun me acompañan en estas líneas:
La primera trata de un gran lanzador venezolano que abandonó su club en Estados Unidos y con ello su oportunidad de llegar a las Mayores por no aceptar ser cambiado de equipo pues consideraba que él no era una mercancía.
La segunda cuenta de un joven y talentoso receptor venezolano, en su momento el mejor prospecto del país en la posición pero ya jugando en el norte, quien decidió regresarse a su casa puesto que sólo le alcanzaba el sueldo de Liga Menor para comer perros calientes y hamburguesas y no estaba dispuesto a “pasar hambre”.
La tercera aún más cercana —década de los 80´— trata de quizá el mejor pelotero venezolano de aquellos tiempos pero que nunca llego a las Mayores. En su última incursión buscando la tan ansiada oportunidad de arribar a MLB, fue cesanteado por su club luego de que el manager lo encontró dormido en plena cueva. Su excusa fue una banal respuesta: ¡que estaba muy cansado!
Como vera el Dr. López, mexicanos y venezolanos, somos parecidos en eso de que no nos gusta el sacrificio extremo pero en nuestro país se superó ese obstáculo gracias, según Reiner: “a que la función de la academia es prepararlos para evitar el choque cultural a su llegada a los Estados Unidos.
Este tipo de sistemas significan un establecimiento donde se instruye a los que han de dedicarse a una profesión; en este caso, los aspirantes a ser jugadores ligamayoristas.
Se trata de instruir al pelotero que tiene condición para jugar; cómo debe de comportarse dentro y fuera del terreno, si es que está decidido a hacer de la pelota, una carrera profesional.
En opinión de otro técnico —de la academia de Tampa Bay— "nuestra filosofía es que los muchachos vayan preparados a los EU para que el cambio de país, cultura y lengua no les afecte. Por otro lado, queremos formar buenos seres humanos, gente que vaya a aportarle a Venezuela no sólo en lo deportivo sino en lo humano, como personas".
Esa preparación, dentro de la academia para ir luego ir a EU, ha evitado la deserción de jóvenes con talento por causas que años antes era las principales tales como no querer encarar sacrificios, por miedo a fallar o por desconocimiento del medio cultural anglosajona donde vivirían.
Debo aclarar con firmeza y transparencia que no soy ni he sido miembro de ninguna academia de Ligas Mayores en Venezuela, sin embargo considero a manera muy personal, que poseen más virtudes que defectos, y me remito a los hechos. Además son perfectibles y susceptibles de supervisión y reglamentación para impedir abusos si fuera el caso.
Así que al leer el artículo del Dr. López, y la pregunta que lo motiva ¿Qué nos falta?, fue como INVITACION IRRESISTIBLE a comparar las grandes semejanzas del beisbol profesional venezolano hasta 1989, con el mexicano actual en cuanto a la poca producción de Grandes Ligas y sus causas, y de cómo superamos en Venezuela esos escollos hasta llegar a ser en la actualidad la tercera mayor potencia en cuanto al número de jugadores que participan en las Mayores.
Observé en el artículo del Dr. López, una profunda sensibilidad social y humana, motivo por el cual entre sus propuestas de cambios aparece constantemente un llamado a las autoridades estatales y al compromiso de los clubes profesionales a invertir no sólo en peloteros sino en formar buenos estudiantes.
Es por supuesto un pensamiento lógico de alguien formado en un campus universitario, pero que por la experiencia dominicana y venezolana, no es la manera de buscar futuros grandes ligas entre jóvenes que a los 15 o 16 años deciden que son guante, pelota y bate las que serán sus herramientas de trabajo.
“Las clases de inglés y las charlas con el psicólogo aparecen como prioridades para los peloteros en dichas escuelas, siempre con la premisa de aprender el idioma por excelencia del planeta y al mismo tiempo, no perder los valores que se les ha ido inculcando", comenta otro técnico.
"Les insisto mucho en que lean libros de todo tipo de género, para que puedan alcanzar un nivel cultural y de inteligencia ideal, que no los límite a lo deportivo", dijo otro instructor de la academia de los Filis.
“Entre los factores que brindan las academias para una buena formación están: La calidad de instructores y no sólo en el conocimiento de béisbol sino en el arte de enseñar y transmitir lo que saben, porque únicamente ser perito en la materia no sirve para enseñar. Es importante tener la actitud de impartir esos conocimientos a otras personas.
Otro factor de consideración es el de “la calidad humana de los instructores y un programa que sea efectivo”. En estas palabras de Reiner, se traduce la parte educativa de ser un buen maestro de beisbol para que haya buenos estudiantes de este deporte, cosa que espero satisfaga en algo la preocupación mostrada por la parte educativa de los jóvenes aspirantes a peloteros.
Si mi país elevo su representación en más de 200 jugadores en 17 años, no veo ningún otro obstáculo más que el enfoque que se tiene del beisbol en México sí, descubrir jugadores a ritmo de suerte o casualidad, desarrollar jugadores profesionales con técnica y estrategia de negocio para el beisbol de las Mayores con las academias.
Visto así México podría elevar su representación a más de un centenar en una década. Y como noticia para despedirme de ustedes amigos mexicanos, en la actualidad Andrés Reiner, se llevo su idea con el apoyo de Tampa Bay a Brasil. Triste sería ver en una década no una gran cantidad de jugadores mexicanos sino brasileños ¡de origen japonés!
Gracias Dr. López por su artículo, además de muy humano sin duda un gran motivante para la controversia, gracias ustedes amigos lectores cuyas opiniones serían de gran valor como vecinos que somos y a ti Jesús Alberto por permitirme participar en tu maravillosa columna, queriéndote decir que Jesús Montero, el súper prospecto de los NYY; como Pablo “Kunfu Panda” Sandoval (Gigantes); Miguel Cabrera, Carlos “Car-go” González, como Félix “El Rey” Hernández, como cualquier súper talento de Venezuela todos ellos son producto inicial de las academias .