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¿Es posible saber quién es mejor atleta?, se pregunta el matemático Rob Eastaway, coautor de "Las matemáticas ocultas del deporte".
El caso a favor del bateador indio Sachin Tendulkar es ciertamente fuerte. Su carrera internacional ha durado unos asombrosos 22 años, durante los cuales nunca lo han sacado del equipo indio.
El "pequeño maestro" ha marcado más carreras y acumulado más centurias internacionales que nadie en la historia del juego, aunque los fanáticos del críquet siempre recordarán el famoso promedio de bateo de 99,94 de Donald Bradman. Y no es sólo que su puntuación es más alta, sino también que el margen con el que encabeza la lista es enorme.
Longevidad y la acumulación de trofeos es efectivamente un factor importante para medir grandeza, pero no son los únicos.
Después de todo, si lo que se quiere es durabilidad en la cima, el golfista Tom Watson aventaja a Tendulkar, pues ha sido un retador serio en el circuito desde 1975.
El problema es que hay tantas formas estadísticas de medir magnificencia.
Mejor que todos
Por encima de todos sus coetáneos.
Una es escoger a los deportistas que durante un período de tiempo se mantienen en un nivel más alto que el de sus coetáneos.
Los goles de Lionel Messi lo hacen un candidato, pero cuando se trata de futbolistas, las medidas estadísticas son complicadas, entre otras, porque es difícil separar la actuación de un jugador de la contribución de sus compañeros de equipo.
En deportes individuales, las proezas son más fáciles de evaluar y, en términos de saltos cuánticos, ¿tiene Usain Bolt algún rival?
Los 100 metros planos son el pináculo del atletismo, en la que los récords mundiales normalmente implican bajarle una centésima de segundo al tiempo logrado la vez anterior.
Y Bolt ha roto ese récord no sólo una sino tres veces. En la más reciente, los matemáticos calculan que podría haber reducido el tiempo por más de una décima de segundo de no haber bajado el ritmo en la recta final porque el cordón de uno de sus zapatos estaba suelto.
Los grandes deportistas son mucho mejores que la competencia. En el caso de Bolt, supera incluso esa frase.
En la cima
La otra manera de medir magnificencia es revisar los ranking mundiales. Cada deporte usa un sistema distinto para calificar a sus miembros pero todos ellos están basados en algún tipo de modelo matemático objetivo.
Para identificar al mejor del mundo, ¿por qué no chequear cuál deportista ha logrado mantenerse durante el tiempo más largo como el número uno?
Tiger Woods lo hizo en golf por más de 10 años. Pero si se mide con esa vara, hay un británico que le arrebata el título a Woods.
Phil "el poder" Taylor ha ostentado la posición más alta en dardos desde 1998. Y sí, dardos es ahora oficialmente un deporte.
Por dinero
La otra posibilidad es dejar que el mercado decida. Si un deportista gana mucho dinero, eso debe reflejar su atractivo global y su éxito.
David Beckham, sin duda un grande, ha ganado decenas de millones de dólares durante su carrera.
Y sin embargo, desde este punto de vista, el mejor deportista del mundo en este momento podría ser Alex Rodríguez, que gana unos US$30 millones al año, y eso es sin contar lo que gana por promocionar productos. Juega béisbol.
Pero, ¿puede realmente ser coronado como el mejor cuando su nombre es desconocido en muchas partes del mundo?
Y tantas cosas más
Por supuesto que la grandiosidad depende de muchas cosas que son difíciles de medir: carisma, estilo y la habilidad de estar constantemente en primera plana, por ejemplo.
Con tantos datos complejos y a veces conflictivos, quizás deberíamos dejar que lo decida el sentido común de las multitudes.
A pesar de cuán diversa y a menudo desinformada es la opinión pública, si uno junta a suficientes personas, suelen logran dar con la respuesta correcta.
Y si le preguntamos a la multitud quién es el mejor deportista, yo creo saber quién ganará: Sachin Tendulkar.
¿Por qué? Por el peso de la población. Hay más de mil millones de personas en India a las cuales el único deporte que les interesa es el críquet. Y mil millones de personas no pueden equivocarse... ¿o sí?
