Verá qué clase de historia nos cuenta sobre Babe Ruth el doctor Jaime Cervantes Pérez; qué decir lo que nos comparten Paco Salazar; Jesús Varona, y el comentario incisivo del periodista non, Antonio Elizarrarás Corona.
Vamos primero con Paco:
Dr. Jaime Cervantes Pérez:
Desde Puebla de los Ángeles, mire usted los dos temas que nos comparte el dilecto amigo y colega, el doctor Jaime Cervantes Pérez;
Estimados hermanos latinos: últimamente se ha discutido quién es el mejor jugador que ha dado México, diremos que para demostrarlo va a la par con lo que ha hecho en USA y aquí es muy difícil competir, solo los dotados y en medio de una lucha encarnizada demuestran lo que valen, tenemos muy pocos que destacan, en primer lugar Beto Ávila y en segundo Fernando Valenzuela, los demás sin tratar de menospreciar o usar adjetivos bruscos, digamos que jugaron o que taparon hoyos, también aclaro que Adrián González es americano y así lo ha declarado él.
La producción de jugadores estrellas de otros países para MLB es abundante, me ha asombrado la opinión de personas que no le dan ningún valor a los números del mejor béisbol del mundo, la MLB, que distorsionan las verdades y yo no estoy peleado con el fanático, con el béisbol o con la realidad, así que cada quien puede conceptuar lo que quiera y opinar en cualquier forma, perdón no tengo nada contra Espino soy su admirador, pero Beto Ávila en el 54 conquistó la corona de bateo de la Liga Americana con un promedio de .341 lo cual fue una marca, se lo gano a Ted Williams y a Orestes Miñoso, nada más eso. Fue el primer latinoamericano en obtener un título de bateo en Ligas Mayores. También tiene mucha historia en Cuba y en México. Espino no jugó en MLB. Honor a quien honor merece, el mejor jugador mexicano de todos los tiempos es Beto Ávila.
Babe Ruth, knocked out
En un día soleado del 5 de julio de 1924, en Washington, hace 90 años los Yankees fueron a jugar en el Griffith Stadium un doble juego contra los Senators. En el cuarto inning del primer juego y ante 24,000 fanáticos, el jugador Joe Judge bateó la pelota justamente sobre la línea de right-field inclinándose hacia las tribunas de los bleachers en territorio de foul.
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Babe Ruth inconsciente en el Griffith Stadium en Washington durante un juego contra los Senators el 5 de julio de 1924. Foto de la Librería del Congreso.
Babe Ruth corriendo para agarrar la pelota, chocó contra la pared de concreto y quedó noqueado e inconsciente. Él ya era un fenómeno nacional, el mejor pagado de la MLB.
Un ayudante del Yankees Doc Woods corrió hacia él con un botiquín de los primeros auxilios y le untó agua de hielo sobre su cara.
Ruth estuvo así por cerca de cinco minutos de ansiedad. El policía del District of Columbia (Capitán Doyle) mantuvo a los curiosos y preocupados fuera del área.
Cuando Babe Ruth finalmente abrió los ojos, el manager del Yankees Miller Huggins ofreció sacarlo, pero Ruth no lo escuchó, pero esto pasó en 1924. Un jugador que ahora le pasa esto lo llevan de inmediato al hospital para hacerle pruebas neurológicas. Ruth regresó al juego cojeando. Él se había lesionado la articulación de la cadera izquierda y así todavía pegó dos hits y la gente le aplaudía reconociendo su fortaleza al correr sobre las bases. Y aun así lastimado jugó el segundo juego, viéndose al Babe Ruth robusto en completa vulnerabilidad.
El fotógrafo le echó un ojo a los fanáticos, donde chocó Ruth y en esta área se observa la profunda segregación racial, es la sección reservada para afroamericanos que eran fanáticos leales, sin embargo en esa época ningún jugador negro era admitido para jugar en la MLB hasta que lo hizo Jackie Robinson en 1947. El erudito de béisbol Brad Snyder notó que entre los Afro-Americanos estaba un niño de 16 años llamado Buck Leonard, que presenciaba su primer juego de MLB.
Leonard posteriormente sería una estrella de las Ligas Negras y era conocido como el Lou Gehrig Negro.
Este artículo fue hecho por el historiador Michael Beschloss.
Artículo tomado del New York Times )Traducción y compilación por Dr. Jaime Cervantes Pérez)
Antonio Elizarrarás Corona:
Mi estimado Jesús: por favor te pido que a mi nombre, le des las más cumplidas gracias al Dr. Carlos Rodríguez Candila por los conceptos que vertió sobre mí en esta columna tuya, que sigue siendo un termómetro maravilloso de opiniones y análisis no sólo del beisbol sino de otros temas interesantes.
Celebro que él también considere que los medios de comunicación actuales, en una buena mayoría, estén idiotizados con el futbol y le otorguen páginas y más páginas, tiempo al aire tanto en radio como en TV, a la patada gallega, y no impulsen a otras disciplinas donde el éxito y la cumbre se han logrado por deportistas tan o más esforzados que nuestros ases del soccer, muchos de los cuales no saben que el futbol "nació" en nuestro país en 1904 si mal no recuerdo.
También Rodríguez Candila tiene toda la razón cuando apunta que locutores irresponsables, desadaptados sociales y hasta cerebros fanatizados con el balón, provoquen peleas a veces muy sangrientas y en algunas ocasiones hasta mortales, incitando y asusando a las masas de alguna sección de "x" estadio, para que se den con todo. como si fueran las ordas salvajes del Genghis Kan y... ¿qué decir de las "barras" que trajeron por lo menos en idea algunos personajes argentinos y que llegaron a convertirse en pandillas de delincuentes que no respetaban a niños, mujeres, ancianos y hasta embarazadas porque lo importante era manejar ¿la razón por la fuerza?
Por fortuna esas barras parece que ya han sido controladas o expulsadas de los estadios.
Las porras, mi estimado Jesús, recordaras que era otra cosa. Grupos de aficionados, animadores, gritones y entusiastas que impulsaban a "su" equipo para lograr el triunfo. Pero... sin llegar a la bajeza y menos a la patanería de las "barras" con influencia argentina. Un verdadero asco y hasta de vomito.
En fin, Jesús... mi gratitud al amigo Rodríguez Candila y ojalá que el periodismo que hoy parece un tanto extraviado o desviado por gente sin sensibilidad, retome su verdadera mística que es informar, sin salirse de sus límites y con reflexiones constructivas.