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Viernes 11 de Abr de 2025
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La noche triste de los Yaquis

Aureliano Rincón C.
Martes 19 de Enero de 2016
 

Apenas cayó el out 27 y la afición de los yaquis comenzó prácticamente a “desmantelar” el Tomás Oroz Gaytán (TOG), estadio que desde 1971 ha sido la casa del equipo de béisbol, pero que en la siguiente temporada se mudarán a otro más moderno que se construye al norte de la ciudad.

Pese al operativo de seguridad que se desplegó en el campo, eso no fue impedimento para que algunos de aficionados ingresaran al mismo, despegaran y se llevaran el home y la placa de los bullpen que se ubican por el lado izquierdo y derecho del estadio.

“Déjalo, déjalo”, le gritan desde las gradas a los policías que se acercan a ver la escena, en la que dos jóvenes presumen su “trofeo” recién obtenido. Los guardianes del orden se alejan, mientras el respetable les lanza todo tipo de pullas.

Otros más, invadidos por la nostalgia, llenaron botellas de plástico con la tierra del campo y hubo quienes cortaron con sus manos una muestra del pasto para llevárselo de recuerdo. “Todo lo que hay en este campo es sagrado”, expresa con emoción un vecino de la Miravalle.

En una mezcla de pasión y el enojo por la descalificación, un grupo de seguidores de los yaquis intenta apropiarse del diamante y de la placa del montículo, para lo cual utilizaron varios utensilios como tracas y un recogedor de basura para desenterrar las “joyas”.

Apenas a unos metros, un grupo de seguidores de los yaquis espera pacientemente la salida de los jugadores para la selfie, el autógrafo o simplemente para expresar los buenos deseos. En el dogout contrario, se monta un operativo especial para proteger la salida de los Venados de Mazatlán.

Son las 11 de la noche y las candilejas del inmueble se apagan. Pese a ello, los jóvenes insisten en llevarse el home. Uno de ellos pregunta y si pasan los Mayos?. “Pues ojalá, pero que no se vendan”, le responde alguien desde las penumbras. Bien dicen, cría fama…

La afición tuvo su noche triste como Cortés, que lloró la derrota y la eliminación no bajo un árbol sino de candilejas, pero que a manera de compensación, se apoderó de los signos que evoquen el tricampeonato de su equipo, motivo de orgullo que hoy se transforma en consuelo.

Nadie deseaba una despedida así y otra vez, los amantes del Rey de los Deportes en el Sur de Sonora se quedaron con las ganas de presenciar una final entre tribus, una expectativa que iba a la alza hasta el lunes. Ni hablar, al mejor cazador se le escapa un venado y también un águila.

 

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