NUEVA YORK.- Donald Trump ha encontrado una nueva diana: los deportistas.
El presidente de Estados Unidos se acostó este viernes llamando “hijo de puta” a un jugador de fútbol americano, que ha protagonizado durante meses una protesta pacífica en el campo contra la brutalidad policial, y se despertó el sábado retirando la invitación a la Casa Blanca a Stephen Curry, el jugador estrella de los Golden State Warriors y bicampeón de la NBA, la liga de baloncesto.
“Acudir a la Casa Blanca se considera un gran honor para un equipo campeón. Stephen Curry está dudando, así que le retiro la invitación”, tuiteó el presidente a primera hora en Washington.
La tradición estipula que el presidente recibe en la Casa Blanca a los equipos ganadores de cada competición deportiva en señal de reconocimiento.
El viernes, Curry, estrella de los Warriors que ganaron el título el pasado julio, dijo que él votaría en contra de que su equipo acudiera a la conmemoración en Washington. Grandes estrellas de la NBA salieron en defensa de Curry.
El rey, LeBron James, escribió en Twitter un mensaje al presidente: “Ir a la Casa Blanca era un honor hasta que tú llegaste”.
En un comunicado en la tarde del sábado, los Warriors aceptaron la retirada de la oferta de Trump, pero expresaron que mantendrán su visita a Washington y la tomarán como una celebración de "la igualdad, la diversidad y la inclusión".
"No hay nada más americano que el derecho de expresarse libremente en asuntos importantes. Estamos decepcionados por no tener la oportunidad durante este proceso de compartir opiniones o tener un diálogo abierto", sentenció el texto, en referencia a la crítica de Trump a las protestas de algunos deportistas.
El viernes, durante un discurso en Alabama, adonde viajó para apoyar la candidatura de un senador republicano, Trump aligeró las tensiones de una semana cargada de diplomacia y protocolo, algo todavía difícil para su carácter impulsivo.
Este mismo sábado la tensión con Corea del Norte continuaba en aumento: bombarderos estadounidenses rozaron los límites con el país más hermético del mundo.
En un estadio, rodeado de sus seguidores más leales, Trump se relajó por fases. Primero criticó a Hillary Clinton, después a la prensa.
Y hacia el final del discurso, reveló su nuevo filón al insultar a Colin Kaepernick, exjugador afroamericano de los 49ers, el equipo de fútbol americano de San Francisco (California) en la NFL, la liga nacional.
“¿No os gustaría que alguno de estos dueños de los equipos de NFL, cuando ven que alguno de estos jugadores falta al respeto a nuestra bandera, dijera: Que saquen a ese hijo de puta del terreno de juego ahora. Está despedido?", cuestionó el presidente de Estados Unidos ante la euforia de muchos.
Trump se refería a la protesta pacífica que Kaepernick comenzó el año pasado cuando antes de cada partido, al sonar el himno, se arrodillaba sobre el césped.
Según explicó durante semanas, su gesto era un reclamo en contra de la violencia policial contra afroamericanos que todavía existe en EE UU. Numerosos deportistas de la NFL y otras ligas siguieron el ejemplo de Kaepernick.