Los cambios recientes anunciados por la directiva de los Yaquis, que enviaron al lanzador estelar Luis Alfonso Mendoza a los Naranjeros de Hermosillo, parecen confirmar la sospecha que comparten muchos aficionados: La directiva encabezada por René Arturo Rodríguez ya "tiró la toalla", ya no aspira a nada más que a terminar la temporada y aminorar daños económicos con la venta de un jugador como Mendoza.
Esta versión podría ser exagerada, pero está bien afianzada pues cuando un equipo se deshace de un lanzador que apenas hace unos días era anunciado como el salvador de la campaña, el hombre que impulsaría los últimos intentos para pasar a la postemporada, desprenderse de él significa nada más y nada menos que renunciar a la lucha, aceptar que esto no da más y lo conveniente es aminorar los daños que deja una campaña desastrosa.
Sí, ahora todos cuestionan a la directiva, en particular a Rodríguez y a Manolo Vélez, pero se les olvida que esta dupla conquistó hace apenas cinco años la hazaña nunca vista, el tricampeonato de la LMP.
Nadie puede vivir de glorias pasadas, eso deberían reconocer los directivos, y la afición debe reconocer que el deporte profesional todo equipo tiene años de vacas gordas y vacas flacas. Los Yaquis cargan ahora una vaca demasiado huesuda.
Esta realidad sin embargo no es suficiente para justificar el pésimo rendimiento no de una sino de ya cuatro temporadas, cuatro campañas mediocres que han aburrido a la afición.
Ni siquiera tener un nuevo estadio con vista panorámica que reproduce a escala menor el diseño de estadios de Grandes Ligas sirve ahora para calmar los ánimos del público que asiste a los partidos.
Los titulares hablan de "dolorosas derrotas", de "se va el triunfo que tenían en la bolsa", o "pierden por apretado marcador"... Frases que disfrazan el fracaso, la mediocridad, la aceptación de una temporada echada a la basura.
Tal vez porque no tenemos en Cd. Obregón muchas opciones de diversión, seguiremos yendo a algunos de los partidos que aún le restan a esta temporada regular. Pero con el malestar de ver en la cancha a un equipo que lleva los partidos como mero trámite en espera de que esto ya termine.