Ganó Francia, probablemente el fútbol que se avecina. Y si el futuro ya está aquí, trae a Mbappé a toda pastilla, como sucedió hace sesenta años con Pelé.
Él le dio valor a centrocampistas de altos hornos como Kanté y Pogba. Y a centrales que valen como laterales (Pavard y Lucas) para borrar fronteras y complejos. Y a centrales de mucha fibra y buen pie como Varane y Umtiti. Y a un Griezmann reorientado a jugador total y obligado a correr maratones. Habrá que acostumbrarse, que no es lo mismo que enamorarse. Una selección de más de 1.000 millones de euros metida en cintura por Deschamps, capaz de quitarle los defectos colectivos a costa de ensombrecer las virtudes individuales. Pero una selección campeona, al fin y al cabo, que quedará para la historia. Un equipo en mate que sucede al brillo de España y Alemania y un jugador, Mbappé, que aspira a la posteridad.
Ha habido cierta mezquindad en el juego de Francia durante todo el torneo. A la selección más valiosa no le ha importado vivir en cautividad durante muchos minutos, dándole la espalda a la pelota, esperando la distracción ajena, el balón parado y lo que se le ocurriese a Mbappé, de los pocos que no ha vivido a oscuras. Pero en un Mundial sin destellos le ha bastado para bordarse una segunda estrella en el pecho. Un estrella tejida por la polémica. Porque su primer gol, que en realidad fue autogol de Mandzukic, llegó producto de una falta imaginaria de Brozovic a Griezmann. No entró ahí el VAR porque así lo establece el protocolo, pero sí luego en una mano intrusiva de Perisic a la salida de un córner que se le escapó a Pitana, cuya designación acabó en pinchazo. Griezmann lo convirtió en el 2-1.
Pero antes y después de ese lance, Croacia mostró mejor inclinación a apoderarse del partido, con futbolistas más variados y mejor manejo de la pelota. No tiene Francia centrocampistas tan cristalinos como Modric o Rakitic y tampoco exteriores tan vigorosos y capacitados como Rebic o Perisic. Si acaso, defiende mejor. Y en eso se quedó, en sus centrales, en dos laterales que no son de asuntos exteriores, en la labor de minería de Kanté, en un Griezmann que sale de aquí vicecentrocampista y en el fabuloso Mbappé, cuya potencia derrumbó a los balcanicos.
Pitana y el VAR
Croacia, al otro lado, ofreció una propuesta más atractiva. Con el mejor kit de supervivencia del campeonato, quiso llevar su milagro hasta las últimas consecuencias. Para llegar aquí tuvo que quitarse la soga del cuello en la clasificación, salvar una repesca, sobrevivir a tres prórrogas y dos tandas de penaltis. Así que jugó como si nada tuviera que perder, sin asustarse si el partido se alborotaba. Y se alborotó demasiado tarde. Porque la falta de continuidad en el juego evitó paisajes abruptos al principio, más allá de los incesantes asaltos de Perisic, al que al principio le faltó precisión en el último pase y que luego acabó empatando efímeramente en una jugada en la que hasta cuatro croatas tocaron la pelota en el área francesa antes de que el zurdo del Inter empalmara la pelota a la red.
En medio campo adversario Francia quedó reducida a Mbappé, que no es poco. Cada arrancada provocó un escalofrío en la zaga croata, que no ofreció contramedidas a su velocidad. Fue el único jugador con lírica de Francia. También el más influyente en este Mundial con sólo 19 años. Rusia le ha elegido como heredero.
Los tres goles antes del descanso condujeron a una segunda mitad de mayor actividad, aunque sin cambio de signo: la propuesta fue croata y la respuesta francesa. Nadie fue capaz de sujetar a Perisic en su banda, nadie será capaz de sujetar a Mbappé en la próxima década. Lloris evitó el empate en acrobacia a remate de Rebic y Mbappé estableció la diferencia después. Su primer sprint acabó en disparo forzado contra las piernas de Subasic. En el segundo la jugada se enredó hasta que Pogba, después de un primer intento, acabó con la resistencia croata. El tercero lo firmó él mismo, con un disparo raso desde fuera del área inalcanzable para Subasic. Luego, un disparate de Lloris le echó algo de sal al desenlace. Pero antes Mbappé había dejado sin estrella a una selección admirable.