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En algunas películas se ha tratado el tema de los boxeadores viejos que ya en el retiro viven un proceso de degradación donde la dignidad personal es borrada por los vicios, las amistades dañinas y en general los excesos de todo tipo.
Otros exboxeadores mantienen intacta su dignidad como ser humanos aunque deben enfrentar la soledad y las ingratitudes, el dolor de saber que las glorias de un tiempo ya no regresarán y a partir de su retiro quedan como un buen recuerdo al que se aferrarán los también viejos fanáticos.
Pero en las historias de exboxeadores nunca habíamos visto una tan ridícula y detestgable como la del junior Julio César Chávez, hoy convertido en el tonto del que todos se ríen.
El no haber alcanzado la grandeza dentro del ring como la alcanzó su padre, puede ser una circunstancia difícil de superar. Algunos hombres que se sientan por debajo de sus padres puede sucederles algo parecido, pero no en términos tan deplorables como los de JC junior.
No pasa día o semana sin que se exhiba con una alguna estupidez que las redes sociales viralizan para reírse de él. Y él parece haber encontrado en esta imagen un nicho cómodo, como si sus dislates fueran intencionales para provocar y mantenerse en la fama que no alcanzó como buen boxeador.
Aun así, hoy es el tonto, el casi idiota del que todos se ríen. Triste final para cualquier persona, más aún cuando se esfuerza por mantenerse en ese sitio.
