Más allá del contrato exorbitante, histórico, que ha reternido a Kylián Mbappé en el París Saint Germain, lo ocurrido en los días recientes alrededor del jugador francés tomó el cariz de un asunto de estado.
En este caso el presidente francés Emmanuel Macron participó activamente para convencer a Mbappé a que se quedará con el PSG y no se fuera al Real Madrid, como todo indicaba hasta hace un mes que así iba a ocurrir.
Como si se tratara de una emergencia nacional, Macron metió el acelerador para asegurar la permanencia de KM en el equipo de la Ciudad Luz. Habló con él y con sus administradores. Cuestión de salvar la patria, tal vez no, pero sí de asegurarle más simpatía a Macron entre los electores franceses.
Contrato histórico
Ningún jugador en la historia del futbol y tal vez de cualquier deporte de conjunto ha recibido una oferta similar.
Ante el inminente fichaje de los madridistas, arreció la campaña interna del PSG para retener al nuevo crack del futbol mundial. Los dueños del equipo, magnates qataríes que no conocen límites cuando se trata de dinero, ofrecieron 300 millones de euros por una extensión del contrato, además de 100 millones por temporada y todos los derechos de imagen, es decir, toda la publicidad que se haga con el nombre de KM, incluyendo la venta de camisetas.
No sólo dinero. También el concedieron la vanidad de ser el jefe indiscutible del equipo, con autoridad para decidir quién debe ser el entrenador y qué jugadores lo van a acompañar en la cancha y en la banca de suplentes.
Es tan irreal como un sueño, el sueño dorado de los miles de millones de niños y jóvenes que juegan futbol en el mundo.