No es sólo el alto nivel de calidad futbolística que tiene la Liga de Campeones lo que atrae a los aficionados de todo el mundo.
Hay también otro nivel muy alto y es el que se refiere a la transmisión televisiva de los partidos. Lo vimos este sábado en la gran final que ganó el Real Madrido 1 - 0 ante Liverpool. Un partido en la élite, emocionante, técnicamente bien planteado, con jugadores colocados en el top de los mejores del planeta.
Pero esto no sería tan emocionante si, por ejemplo, el partido se transmitiera como se hace aquí en México. Con un aviso comercial cada tantos minutos, repetición hasta el cansancio de "Si te sacan la tarjeta, no te quedes como... ", o cualquiera de los anuncios que cada cinco minutos aparecen en la pantalla con estribillos monótonos, insoportables.
Además de la publicidad, hay otra diferencia sustancial a favor de la Champions: La participación de los árbitros no es protagonista, como ocurre con los de México, y no pitan una falta por cualquier roce inevitable en un deporte de contacto como lo es el futbol.
Los partidos en México, lo mismo los de la temporada regular y los de liguilla, se vuelven monótonos por la publicidad excesiva y de pésimo gusto, pero también por los arbitrajes de mala calidad. Parece como si los jueces tuvieran la encomienda de "tijeretear" cada partido y así restarle emoción, a lo que contribuyen muchos jugadorers acostumbrados a provocar la tarjeta amarilla o la roja en los contrarios.
Si no estamos a la altura del futbol europeo en calidad de juego, cuando menos deberíamos estarlo en la calidad de las transmisiones, pero en este aspecto estamos aún más lejos.