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Después de la derrota ante Paraguay (1 - 0) el negocio de la selección mexicana de futbol está en una profunda crisis. Difícilmente algún aficionado va a creer que el Tri pueda llegar no al quinto partido siempre ansiado. El único deseo es que pase de la primera ronda, aunque sea como segundo lugar de su grupo.
Están en juego muchos millones de dólares. Ya no sólo por los ingresos de derechos de transmisión y rating (publicidad) que representan el cuarto y quinto partido, al parecer hoy inalcanzables, sino también por el poco entusiasmo que despertará ver a un equipo como el tricolor que va al parecer como víctima, sólo para servir de escalón a Argentina y Polonia hacia la siguiente ronda.
Ante este panorama las televisoras y en general todos los medios de comunicación que sacan ganancias de la selección mexicana han adoptado otra estrategia: Alimentar un sueño guajiro que consiste en una reacción sorprendente del Tri, con un alto nivel competitivo y capaz de ganar a cualquiera en Qatar.
Ya sabemos que eso no sucederá. A tres meses del Mundial sólo puede ocurrir lo que se ha visto hasta hoy, un equipo que no juega a nada, con un entrenador que sólo quiere terminar su ciclo para cobrar millones e irse a otra parte a disfrutar los dividendos del fraude.
De aquí a noviembre veremos, escuchareos y leeremos muchas frases de entusiasmo ficticio dirigidas a alimentar este sueño guajiro, la reacción triunfal de la selección mexicana.
La esperanza muere a lo último. Y dicen que la esperanza es verde.
