Los del barrio nos sentábamos en la sección de "tablitas" en el viejo estadio Álvaro Obregón (6 de Abril y Chihuahua). Y no veíamos todo el juego, sólo a partir del séptimo inning, cuando se hacía efectiva la entrada gratis.
Teníamos muchos ídolos, casi el equipo completo, aunque a mí me desagradaba un relevista que parecía entrar a la loma solo para regarla.
Los jonrones de los Yaquis no cimbraban al estadio, nos cimbraban a nosotros, la piel, los músculos, los huesos y la garganta. Los lanzamientos del "Zurdo" Robles, un gigante en la loma, qué finura de pitcher. Aquel duelo con otro gigante, Vicente "Huevo" Romo y el primer campeonato yaqui, en 1966.
Lolito Juárez, belicoso, chispeante. Pancho García, una leyenda corriendo las bases. Magallón, el Gran Jefe. Y siempre en la jugada, la llave maestra del doble play: Jorge Fitch y Alfredo "Yaqui" Ríos. Con la elegancia que hacían parecer algo muy sencillo lo que para casi todos los mortales es imposible. Rola al short, recoge Fitch como si la pelota buscara su guante, así, sin esforzarze, y la entrega a Ríos que pisa la almohadilla, gira sobre su eje y también sin mucho esfuerzo, al parecer, lanza un rayo a la primera base para completar la doble matanza.
He visto muchas llaves de doble play desde entonces, algunas casi perfectas, otras más cercanas a los tiempos recientes, como la del Fello Amézaga y el Chapis Valencia, éste no tan elegante pero muy cercano al sentimiento de los aficionados yaquis.
William BErzuna en primera, el "Flaco" Corella en la receptoría, Castillo el relevista extraordinario... tantos nombres que ya no los recuerdo a todos.
Han pasado muchos años y emociones de todo calibre en el beisbol y en particular con los Yaquis. Pero cuando miro un exquisito doble play, a veces recuerdo al niño deslumbrado por la mancuerna de Fitch y a Ríos, agigantados por la pasión de los aficionados que se reunían en las "tabiltas" del viejo estadio.
Y cuando miro un gigante en la loma de los disparos pienso en el "Zurdo" Robles de aquella época. Alguna vez lo entrevisté, ya estaba él en la tercera entrada, perdón: en la tercera edad. Caminaba el Zurdo por la calle California y 6 de Abril; me dijo que iba por la renta de unos terrenitos que había comprado en ese rumbo cuando el beisbol le dio algo de dinero. Por supuesto que le pregunté sobre el gran duelo con el "Huevo" Romo y me respondió:
"Éramos jóvenes, estábamos muy lechosos, cualquiera podía ganar".
Descanse en paz Jesús "Zurdo" Robles. Nacido en Mazatán, Sonora, y convertido en leyenda en los estadios de beisbol hace 50 o más años.