Como una ofensa a los aficionados mexicanos al futbol, han considerado algunos fanáticos el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador no haya abanderado a la selección mexicana que participará en la Copa del Mundo Qatar 2022.
El abanderamiento había sido una costumbre cada vez que se celebraba este torneo. El Presidente en turno aparecía sonriente en todos los medios entregando la bandera al capitán del equipo y se reproducían los discursos que exhortaban a los muchachos a tener un buen desempeño (nunca han tenido efecto esos discursos).
Pero ahora AMLO ignoró esta tradición y los casi niños héroes del patrioterismo futbolero se fueron así nomás, sin bandera que defender.
La omisión de AMLO es natural y justificada. Primero, porque todo esto del futbol y el Mundial es un espectáculo netamente comercial donde los organizadores de la selección, las televisoras y otros patrocinadores se llevan muchos millones de dólares. A los jugadores por cierto tampoco les va nada mal.
El Mundial no es una justa deportiva de la talla de los Juegos Olímpicos, aun cuando tenga más público en todos los países.
Sin embargo, tal vez el principal motivo por el que AMLO no abanderó a la selección se debe al desprecio que le hicieron los dueños de la selección, las televisoras y la Federación Mexicana de Futbol en el 2006, cuando el torneo estaba próximo a jugarse en Alemania.
En esa ocasión, los dueños del balón invitaron al candidato del PAN a la presidencia, Felipe Calderón, para que conviviera con el equipo, justo en el momento en que las tendencias electorales pronosticaban una lucha muy cerrada entre Calderón y AMLO.
Así los dueños del balón hicieron proselitismo por el candidato panista e ignoraron a AMLO.
Hoy, 16 años después, el ahora Presidente los ignora a ellos.