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La mala noticia el fin de semana no fue la aburrida serie final del futbol mexicano, dos partidos para el bostezo aletargado por los gritos de los cronistas televisivos.
La verdadera mala noticia y que causa preocupación es la caída drástica del piloto de Fórmula 1 Sergio "Checo" Pérez, caída provocada no por un bache sino por un socavón enorme como los que se abren en Cd. Obregón cuando llueve, y cuando no llueve también.
En los dos años recientes "Checo" se fue convirtiendo en el ídolo deportivo que necesitamos los mexicanos, un verdadero ejemplar de la fama conquistada con esfuerzo y pericia, sin necesidad de la narrativa insulsa de los que transmiten el futbol. Cada domingo de competencia en uno de las Grandes Premios de la temporada, el piloto jalisciense nos ponía a tono con la emoción de verlo en el podio, si no en el número 1 que parece reservado a Max Verstappen, cuando menos en el 2, que no es cualquier cosa en un deporte de élite donde solo participan 20 competidores y de ellos cinco o seis son los que verdaderamente importan. El mexicano era uno de éstos.
Pero en la presente temporada las cosas no van bien, como diría un candidato trasnochado. Empezó el año con buenos resultados, otra vez en el segundo lugar acompañando a su coequipero holandés y con la expectativa de ganar una o más carreras en los GP restantes.
Pero de pronto emergió el poder de Ferrari y en el equipo de Red Bull aparecieron diferencias, Checo empezó a rezagarse, del segundo lugar pasó al quinto y en el GP de Mónaco corrido este domingo tuvo que retirarse desde el principio a causa de un choque.
Los aficionados mexicanos ya no esperarán con ansias el próximo GP si Checo no retoma el rendimiento que mostró antes. Habremos perdido el ídolo deportivo que necesitamos para no sucumbir ante la mediocridad del futbol tricolor.
