|
La ilusión creció como una ola gigantesca por los tres primeros juegos de la serie ante Naranjeros, incluso el que se perdió de manera cerrada en la capital.
Todavía este lunes hasta la octava entrada parecía asegurada la victoria gracias a los pitcher yaquis, pero como dice la canción: todo se derrumbó. La embestida de los bats anaranjados fue poderosa, la reacción de la defensiva local no lo fue tanto, ni su respuesta a la hora de bateo y al final los visitantes se quedaron con el tercero y tal vez definitivo juego de la serie.
"Tal vez..." porque aún quedan dos encuentros a desarrollarse en la capital y si el pitcheo yaqui regresa al nivel que mostró en los inicios de la serie, puede pasar cualquier cosa. Hilar dos triunfos como visitantes tampoco es tan difícil.
Pero todo esto ya va en el terreno de las expectativas, de los buenos deseos que chocan contra la realidad y la experiencia de situaciones similares.
La cosa se puso fea, muy fea, para los Yaquis, pero como dice el cláico: Esto no se acaba hasta que se acaba.
