Cien días de buenos intentos
Sergio Anaya
Sábado 10 de Marzo de 2007
Al cumplirse los primeros cien días del gobierno que encabeza Felipe Calderón Hinojosa, el balance no favorece el optimismo con el que inició la presente administración.
En diciembre, apenas estrenando su mandato, Calderón intentó dar un golpe de timón en la lucha contra el crimen organizado y asumió su papel de comandante supremo para alentar a los efectivos del ejército y corporaciones federales de seguridad.
Fue un buen intento que la sociedad apoyó, pero hasta hoy ha sido insuficiente. La ola de ejecuciones que realiza el crimen organizado no sólo continuó sino además incrementó su virulencia y se expandió por todo el país.
Las escenas de efectivos militares tomando regiones en Guerrero y Michoacán, han sido suplantadas por los asesinatos y atentados donde las víctimas son incluso políticos y militares.
Hoy México es más violento que hace cien días.
Firmeza o rudeza
Urgido por consolidar una imagen institucional y firme, Calderón escogió la mano dura para enfrentar desde sus primeros días como presidente el conflicto político de Oaxaca.
En el esquema de una sociedad autoritaria, los primeros resultados fueron excelentes. Se reprimió al movimiento popular, se encarceló a cientos de personas y Oaxaca recuperó la tranquilidad… aparentemente.
Pero las denuncias por violación a los derechos humanos han menudeado y con ellas se ha definido el perfil de un gobierno poco hábil para la conciliación y decidido a usar todo el peso del Estado para reprimir movimientos populares. Un estilo de gobernar al gusto de ciertos sectores sociales, en particular de la élite de poder económico.
En cien días del nuevo gobierno la democracia mexicana ha experimentado un serio retroceso.
Macro o micro
En el terreno económico los discursos y proyectos para garantizar la estabilidad dejaron de tener efecto en menos de un mes.
Aún no concluía diciembre cuando el alza del maíz cimbró la economía real que vive la gran mayoría de los mexicanos. Mientras los discursos trataban de dar confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros, el precio de la tortilla y otros alimentos de la canasta básica se incrementaron a más del 20 por ciento.
La política económica del nuevo gobierno se mostró pronto como una reedición de la que diseñó el gobierno anterior, con una idea obsesiva por la estabilidad macroeconómica y poca sensibilidad ante la reducción del poder adquisitivo de las mayorías.
Diplomacia foxista
La política exterior del país pudo haber sido una carta fuerte para el nuevo gobierno.
Tantos errores cometió la administración de Vicente Fox, que hubiera bastado con la prudencia del gobierno calderonista para demostrar que la diplomacia mexicana se estaba recuperando después de seis años desastrosos.
Pero en la primera oportunidad que tuvo Calderón enseñó la cruz de su parroquia. Recién estrenado como Presidente, aprovechó los foros internacionales para arremeter contra el populismo que identifica a los gobiernos sudamericanos de Hugo Chávez y Evo Morales.
La respuesta de éstos, especialmente del venezolano, no se hizo esperar y de nueva cuenta México recayó en el pantano diplomático donde lo había metido la beligerancia neoliberal de Fox y compañía.
La promesa
El recuento de saldos negativos en los primeros cien días de gobierno calderonista, podrían quedar atrás si el Presidente aprende en la marcha y corrige los errores cometidos, si se quiere, por falta de experiencia.
Además tiene ante sí una oportunidad de oro de realizar la reforma del estado mexicano, una meta inaplazable después de varios años de intentos y fracasos.
Las circunstancias favorecen a Calderón. Los partidos opositores, pero especialmente el PRI, han dado señas de querer también los cambios políticos, electorales, fiscales y económicos que requiere el país para no estancarse.
Sacar adelante la reforma no será tan sencillo como parece, pero sí existen las condiciones para llevarla a cabo.
Si el presidente Felipe Calderón aprovecha esta oportunidad, habrá superado con mucho los errores de los primeros cien días de gobierno.