Diversidad cultural
Aldo León Flores
Jueves 05 de Julio de 2007
1era caída
Entran en el escenario, la Casa de la Cultura ubicada en la Laguna del Náinari, cientos de jóvenes que tienen en particular el gusto por el rock and roll (y todos los ritos, verdades, mentiras y mitos que conlleva).
Once bandas de diferentes partes del Estado se dan cita para tal evento y el alcohol se ausenta, pues es un evento sin venta de él y un grado de tolerancia extremo al estar desde el inicio del evento, apostados y armados desde las afueras, expectantes de intervenir en la preservación de la seguridad y combate al crimen, decenas de policías.
A pesar de ello, el evento inicia y grupo tras grupo ejecutan sus canciones. La noche cae y las ganas de hacer algo por la sociedad, por parte de las autoridades, también.
La presión es fuerte, pero, esta caída se la lleva el rock and roll.
2da caída
El evento va viento en popa, el ambiente va en aumento y al igual que en cualquier evento musical (baile, feria, etc) comienzan a circular dosis de cerveza y licores de manera clandestina.
Ante ello viene la tan esperada reacción del operativo, revólver, metralletas y mucho valor para tan temible rival.
Caminan en medio de los asistentes y bajo su estudiado ojo dictaminador decide quién está violando la ley u no, eso sí, no dejan pasar la oportunidad de mostrar sus juguetes y apuntar con ellos a quien se resista, así sea alguien en el suelo.
La música sigue, y los policías esperaran llenar la camioneta y su cuota.
Golpe certero y por la espalda; esa caída va para la autoridad.
3era caída
Cumplido el deber, se llevan a todos lo detenidos en lata de sardinas, que diga, la camioneta (pero como iba retacada, pues).
Antes de ello la autoridad, y lo sé pues yo estuve ahí, se toma la libertad de sustraer una hielera y unas cervezas que estaban dentro de un auto y no regresarlas, cual si fuera la ley seca de 1930 en EU.
Proceso de trámite es estar en barandilla, la decisión está tomada ya, el réferí tiene un arreglo previo, en cuando caigan les cuenta rápidamente las tres palmadas de rigor y ahí muere.
El que venga de un evento cultural de esa índole debe cargar los estigmas. Pero, a pesar de ello, la tocada sigue, la música no para, los ritos se avivan y seguirá la pugna, pues no es la primera ni última vez que sucederá.
Felicidades a la Dirección Municipal de Cultura por atreverse a querer romper los estigmas, lástima que la autoridades no estén al nivel, y no es que se debe permitir violar la ley, simplemente es igualdad, la igualdad que se tiene en otros eventos culturales (antes mencionados y de los que luego se comentará) donde pueden beber impunemente, invadir calles y ufanarse de su poder.
Con todo ello, la caída y la lucha se la lleva la diversidad cultural, en esta ocasión encabezada por el rock.