Se reduce la familia mexicana

El tamaño promedio de las familias mexicanas va en descenso, hoy es de sólo cuatro miembros, afirma un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo).

Mientras en 1970 el tamaño promedio del hogar fue de alrededor de cinco miembros, en el año 2000 disminuyó a 4.3 personas, y en 2005 a 4.0, lo que significó una disminución de alrededor de 20% en 37 años.

En cambio el número de hogares unipersonales (personas que viven solas) aumentó de 6.4 a 7.6 por ciento, señala el informe “Dinámica de los arreglos residenciales en México” del Conapo.

La reducción del núcleo familiar y el aumento de los hogares personales, así como el crecimiento de la población, ha hecho que el número total de hogares se eleve.

En total, de 9.8 millones de hogares que había en 1970, la cifra subió a 22.3 millones en el 2000 y cerró 2005 con 24.8 millones.

Según el Conapo, la composición de los hogares es preponderantemente familiar pero se registra un aumento de los llamados unipersonales.

Tales datos evidencian la desaparición de las familias numerosas en las que crecieron la gran mayoría de quienes ahora son padres de familia o abuelos.

Aquellos hogares con dos padres y seis, siete, ocho y hasta nueve hijos, además de la abuela o un pariente “arrejuntado”, pertenecen al pasado.

Las políticas de control demográfico han tenido éxito en México. El slogan “La familia pequeña vive mejor”, se convirtió en un mandamiento adoptado fielmente por los mexicanos a pesar de la oposición de la iglesia católica.

La crisis económica, que llegó para quedarse desde hace tres décadas, es el principal factor en la decisión de una pareja para no tener más de dos hijos.

Los expertos señalan que también es importante la mentalidad de las nuevas madres, quienes conceden mucha importancia a la figura corporal, y el interés de ambos, padre y madre, por tener una vida menos atada a los hijos.

Este factor es además una tendencia mundial y hay países, como Alemania y Francia, donde ya es un grave problema sociodemográfico la formación de parejas que no tienen hijos, si acaso uno nada más.

Dicha tendencia llegará a México en la próxima generación, prevén los expertos.

Cambios culturales
Pero no sólo se dan cambios en el número de miembros. La familia mexicana también está cambiando en sus sistemas de valores, sostiene la sicóloga Martha Figueres.

La figura autoritaria del padre se ha diluido, añade, y aunque todavía la mayoría se asumen como guías o responsables de mantener a la familia, ya no tratan de imponer sus criterios de manera arbitraria como en el pasado.

“Ahora los jóvenes tendrán que ver las películas de los años cincuenta para que sepan cómo era la familia mexicana en el pasado reciente”, comenta Figueres.

Con la disminución de la figura paternal autoritaria, van cayendo “valores” como el machismo, la diferenciación entre hijas e hijos.

“Los padres ya no viven tan preocupados por la virginidad de las hijas ni los varones son criados para cuidar a sus hermanas. En ese sentido hemos adoptado las prácticas liberales de otras sociedades donde cada quien hace a su vida a su modo”.

¿Son positivos todos estos cambios?

En primera instancia sí, afirma.

La familia tiene que ser un espacio de libertad y desarrollo personal de cada uno de sus miembros.

Pero, subraya Figueres, también debemos admitir que sigue creciendo de manera alarmante la descomposición familiar, no sólo por el aumento del índice de divorcios, sino por la negligencia o poco interés que muestran los padres modernos en inculcar valores a sus hijos.

La sociedad consumista guía la actuación de padres e hijos, y la familia es feliz cuando adquiere artículos que le dan estatus en esta sociedad, afirma.

Y advierte:

“Aunque pensemos que la familia nuclear, integrada y con roles bien definidos para cada uno de sus miembros, es cosa del pasado, debemos encontrar la manera de conservar un núcleo familiar fuerte”.

“La familia tiene que ser otra vez el baluarte de los valores sociales y personales”, concluye.