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Asesinan juniors a indigentes

Lizette Olguín Nungaray
Lunes 20 de Agosto de 2007
 
¿Qué hiciste, bato?
El agente de la policía ministerial con alevosa imprudencia soltaba a Ignacio Franco la insistente pregunta: "¿Y qué hiciste, bato?, ¿qué hiciste para que te hicieran esto?, ¡porque algo has de haber hecho!".

Eran las 2:50 de un jueves. Ignacio Franco dormía en una de las bancas de madera, ubicada en la esquina de Rafael Buelna y Presa Valsequillo, en el parque Constitución de Culiacán,, cuando un grupo de jóvenes lo despertó a patadas.

Aún dormido, sintió el frío líquido de la gasolina. No supo qué era ni qué pasaba.

Enseguida le prendieron fuego con un cerillo. Ignacio, de 41 años de edad, corrió despavorido, gritando y revolcándose en el césped, aún sin entender bien a bien qué era lo que le había sucedido. Echó a correr por Buelna y en el cruce con Venustiano Carranza fue interceptado por una patrulla de la Dirección de Seguridad Pública y una ambulancia de la Cruz Roja.

Ignacio fue trasladado al área de urgencias del hospital civil. Llegó consciente, gritando: "¡Ayúdenme, me quemaron los juniors!" Personal del nosocomio ¬que prefirió conservar el anonimato¬ informó que el indigente insistía en acusar: "fueron ellos, llegaron en una Hummer". Después de 39 horas de haber ingresado al hospital, Ignacio murió.

Échale, échale gasolina
A las dos de la madrugada de ese mismo día entre 10 y 15 jóvenes arribaron a la plazuela Antonio Rosales. Comenzaron a patear y golpear con bats a los indigentes que ahí dormían.

Todos corrieron pero uno, llamado Guillermo, se acobardó cuando se vio acorralado. Varias patadas y palazos lo arrinconaron.

No pudo ver sus rostros mientras lo golpeaban, pero escuchó cuando uno de los agresores dijo a otro: "échale, échale gasolina". La sensación inicial de un líquido helado pronto se convirtió en llamas y Guillermo en una antorcha humana.

Los desconocidos corrieron a sus vehículos. Él también corrió, pero mientras más lo hacía más se encendía su cuerpo. Se echó de cabeza en una de las macetas de dicha plazuela, ahí mitigó un poco el fuego, pero no el dolor.

Corrió hacia el malecón viejo, hasta el puente Miguel Hidalgo. Subió y enfiló al norte, rumbo al hospital civil. Ahí sintió desfallecer y fue cuando pidió a Dios: "Señor, un paro, déjame llegar al hospital, no permitas que me desmaye, que me agarre la muerte, dame fuerzas para llegar".

Como pudo arribó a urgencias. Desde entonces se recupera en un área especial, aislado, sólo acompañado por el recuerdo de lo que vivió, que a cada momento lo hace llorar.

La madrugada del 28 de agosto, en el tramo de la carretera Culiacán-Rancho Viejo, fue encontrado con tres balazos un indigente de entre 50 y 60 años, no identificado, a quien, según informes de la procuraduría de Sinaloa, los agresores agarraron de tiro al blanco sin motivo alguno.

Temen morir quemados
Luego de la ola de agresiones contra indigentes, varios de ellos, quienes antes solían pernoctar en las plazuelas, se han ido. Otros se esconden, buscan otras guaridas, temen ser agredidos y morir quemados. A la plazuela sólo van de día.

Víctor, a quien los presuntos narcojuniors le quebraron un palo de escoba en la cabeza, comenta que los agresores son jóvenes "pesados" que se transportan en tres automóviles, entre ellas una camioneta tipo Lobo, color verde o blanca, una camioneta Chevrolet y una Hummer.

Versiones extraoficiales de la dirección de seguridad pública de Culiacán y de la policía ministerial indican que podría tratarse de narcojuniors que viven en Las Quintas, Chapultepec o el sector conocido como Coloso, pero no han sido confirmadas por las autoridades.

A pesar de que el modus operandi de los responsables de las agresiones es el mismo en los diferentes casos ocurridos desde septiembre pasado, por lo que podría tratarse del mismo grupo delictivo, las autoridades policíacas no han iniciado investigaciones al respecto.

Desde septiembre del 2006 indigentes de Culiacán han sufrido diversas agresiones: seis han sido quemados, al menos 20 golpeados con bates y palos, y uno fue tomado de tiro al blanco por los agresores, quienes le dieron muerte de tres balazos.

Según versiones de los afectados, los responsables de los ataques son unos 10 o 15 jóvenes que operan entre una y tres de la mañana y se transportan en tres vehículos.

Brigadistas de la Cruz Roja tienen conocimiento de este problema porque han atendido a los lesionados; también está enterado el personal del hospital civil donde han permanecido internadas algunas de las víctimas, y el cuerpo de bomberos. Pero la policía dice que nada sabe. Octavio López Valenzuela, director de seguridad pública municipal, asegura que existen versiones de indigentes sobre dichos actos violentos, pero "nada confirmado".

En Zacatecas también hablan de estos crímenes y dicen “todos tienen entre 18 y 20 años de edad, son hijos de acaudalados empresarios y comerciantes de esta localidad”.

Al parecer son un grupo de jóvenes que para romper el tedio que les deja sus noches de tragos, decidieron ocupar sus madrugadas en golpear a cuanto indigente deambulaba por las oscuras calles del pueblo o recostado en alguna esquina. Esa fue su rutina durante semanas.

Pero un día decidieron ir más allá. En su mundo etílico se impusieron la misión de ''limpiar la ciudad de basura humana''.

La madrugada del domingo 24 de abril del 2006 bañaron con gasolina y prendieron fuego a Javier González Romero, El Cobijas, un indigentes de 60 años de edad, quien murió horas más tarde en un hospital de la ciudad de Zacatecas, por las quemaduras de segundo y tercer grados que tenía en cabeza y cuello.

Fuente: Diario La Jornada.
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