El costoso regreso a clases
Liset Salgado
Miércoles 15 de Agosto de 2007
El inicio del curso escolar 2007-2008 pone los pelos de punta a miles de familias mexicanas enfrentadas hoy a los altos costos de los materiales que requieren sus hijos para asistir a clase la próxima semana.
Libros, cuadernos, mochilas, hojas y lápices integran el módulo indispensable de los chicos que asisten a la educación primaria oficial, el cual implica un gasto promedio entre 680 y mil 300 pesos, de 68 a 130 dólares, según el cambio.
Conforme se acerca el lunes 20 de agosto, fecha que marca el inicio oficial del año lectivo, el hormigueo de miles de familias es incesante en los centros comerciales, tiendas por departamentos y mercados ambulantes, conocidos aquí como tianguis.
"Está caro, pero hay que asumir", dijo a Prensa Latina Yanet Figueroa, quien acompañada por dos de sus cinco hijos comparaba precios y ultimaba las compras en una concurrida tienda.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), en el caso de las escuelas privadas, los padres de familia tienen que desembolsar por los materiales escolares hasta dos mil 500 pesos, alrededor de 250 dólares.
Eso sin contar que los precios de los productos varían dependiendo del lugar donde se adquieran, de ahí que un simple libro de historia sufra una variación de precio de hasta 100 por ciento tomando en cuenta el lugar donde se compre.
A la larga lista de útiles para el colegio se suma el indispensable uniforme, con un costo que puede alcanzar los mil pesos, unos 100 dólares, de ahí que la PROFECO recuerde el apoyo brindado de antemano a los padres mediante los programas conocidos como Proferías.
Ese sistema, implementado por el gobierno federal desde el 13 de julio pasado y hasta el 2 de septiembre venidero, ofrece diversas opciones comerciales para comprar lo necesario a precios más económicos, con un descuento mínimo del 10 por ciento.
Para Yanet Figueroa "sigue siendo caro", porque cuando se tiene que comprar para muchos "los gastos se multiplican", argumentó la ocupada madre, mientras sus hijos Lorena y Sergito se concentraban en la difícil tarea de elegir lápices de colores.