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Contaminantes, los gases de las vacas

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Martes 02 de Octubre de 2007
 
Las flatulencias de los animales y los incendios forestales son dos de los principales emisores de gases de efecto invernadero

Los “escapes” de las vacas son más peligrosos para el planeta que los de los microbuses, los taxis “ecológicos” y todos los automóviles y los camiones juntos, no sólo porque los gases que de ahí emanan inciden altamente en el efecto invernadero, sino por la capacidad de los rumiantes para comer y producirlos al mismo tiempo. Un informe de la FAO (La larga sombra del ganado) señala que la ganadería es responsable de 18% de los gases de efecto invernadero que, al ser medidos en su equivalente de dióxido de carbono (CO2), la sitúa por delante del transporte, microbuseros incluidos.

Los incendios forestales también contribuyen con lo suyo al calentamiento global, pues cada año liberan a la atmósfera más CO2 que el que producen, juntos, Rusia y Japón, tercer y cuarto países emisores a nivel mundial.

La buena noticia es que según la FAO las emisiones de gases generadas por el sector pecuario se pueden solucionar a un costo razonable, pero no ocurre lo mismo con los incendios forestales que, se prevé, aumentarán con el cambio climático.

En 2004, Estados Unidos produjo 5 mil 900 millones de toneladas métricas de CO2, según un reporte del Departamento de Energía de ese país, que representó casi 22% de las 27 mil 43 millones de toneladas métricas de CO2 que se generaron en el mundo. Le siguió China en el ranking de mayores emisores con 4 mil 700 millones, 17.5%, medio punto por debajo de lo emitido por el ganado, considerando en su equivalente de CO2.

Claro que la ganadería no es un país, sino un sector económico que se reparte en todas las naciones. Además, el cálculo de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para medir las emisiones de gases invernadero del ganado, contempla la totalidad de la cadena del producto, es decir, suma las emisiones producidas a lo largo de la cadena de productos pecuarios, desde la producción de piensos, pasando por la producción animal, hasta el CO2 liberado durante la elaboración y el transporte de productos animales, incluidas las flatulencias de los mismos.

Con todo, la comparación con los países más contaminantes da una idea más clara de la magnitud de las emisiones generadas por un sector, el pecuario, que representa poco menos de 1.5% del total del PIB mundial.

Por su parte, los incendios forestales liberan cada año unas 3 mil 431 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera (FAO: Manejo de incendios-Evaluación Mundial 2006), con lo que superan a los países situados en el tercer y cuarto lugar de mayores emisores de CO2 en 2004. Rusia produjo mil 700 millones de toneladas y Japón mil 300 millones, lo que da un total de 3 mil millones de toneladas de CO2 entre ambos (International Energy Annual 2004, Energy Information Administration).

Los incendios forestales consumen unas 5 mil 130 millones de toneladas de biomasa, en comparación con los 9 mil 200 millones de toneladas de biomasa que se queman cada año en el mundo para producir energía.

Tan sólo en el pasado mes de agosto, los incendios carbonizaron en Grecia 190 mil hectáreas, principalmente en la península del Peloponeso, además de matar a 64 personas. El humo causado por los siniestros podía contemplarse claramente desde un satélite de la NASA.

En un círculo perverso, la deforestación para ganar nuevas tierras para el ganado provoca sequía e incendios, que inciden en el calentamiento del planeta, el cual a su vez hace aumentar el número de incendios y su magnitud.

Más fácil que evitar los incendios es controlar las emisiones de vacas, cabras, cochinos y demás. Un artículo publicado hace unos días en la revista médica británica The Lancet por Tony McMichael, de la Universidad Nacional de Australia, en Canberra, y John Powles, de la británica Universidad de Cambridge, señala que una reducción de 10% en el consumo mundial de carne de aquí al 2050 (lo que consideran un objetivo realista) ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero atribuibles al sector pecuario.

Actualmente, el promedio de consumo de carne en el mundo es de 100 gramos por persona al día, pero hay una diferencia muy importante entre las poblaciones de países que registran un alto y un bajo consumo.

La ingestión promedio deberá reducirse, sobre todo en los países desarrollados, a 90 gramos por día (el equivalente al tamaño de una hamburgesa) en el 2050, estiman los autores del informe, lo que no solamente contribuirá a disminuir las emisiones, sino a mejorar la salud de la población.

Controlar las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero no sólo tiene que ver con la producción de energía, la industria y el transporte, sino también con la alimentación, las vacas y el fuego.

Los países tienen la capacidad (si es que tienen la voluntad) de lograr acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y de cumplirlos.

En sus manos está también controlar al sector pecuario para que no sólo disminuya sus emisiones, sino que no incida en la degradación de las tierras, fenómeno que tanto tiene que ver con los incendios forestales.
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