Como en un castillo de naipes, el derrumbe de tiendas VH arrastrará en Cajeme a comercios ubicados a su alrededor.
Además de la incertidumbre en que sus poco más de 500 empleados en esta ciudad están metidos, al carecer de información y desconfiar de un “sindicato” de cuya existencia supieron hasta el jueves, el impacto será mayor.
Cuando arribaron ayer a las tiendas donde por 5, 10, 15, 20 y hasta 30 años han laborado, los empleados vieron caerse de un solo golpe sus sueños porque les impidieron el ingreso a su centro de trabajo.
De un lado hacia otro buscaban información pero nadie de las oficinas administrativas era capaz de brindarles más datos de los que habían leído en los periódicos o visto en la televisión, dicen.
Incluso se presentó ante ellos un señor llamado Aurelio Valdez, supuestamente de la CTM, para decirles que esa central obrera los apoyaría, pero en estos momentos los empleados desconfían de todo y de todos.
“Para que no digan después que no nos presentamos a trabajar, cooperamos entre todos para pagar los mil 600 pesos de un notario que acredite que aquí estuvimos haciendo guardia pero la gente de la empresa no nos deja entrar”, refieren.
Desconocen de qué se trata el llamado “paro técnico” del que se habla en los medios de comunicación pues nadie les ha informado cómo procederá.
Tristeza, desencanto por haber trabajado muchos años en una empresa que ayer reconocía sus méritos y hoy no les deja entrar a las tiendas, fue la constante en la queja de los empleados.
Los encargados de las tiendas cercanas, en Plaza Valle de la 300 y 5 de Febrero, dicen estar en la incertidumbre también sobre qué pasará con sus negocios.
Venta de celulares, de artículos fotográficos, papelería, pizzería, venta de acuarios o lencería, entre otros comercios ya venían venir el final:
“Ya venía poca gente porque la tienda estaba casi vacía. A ver ahora que cierren cómo nos va porque, es cierto, muchos vienen a la plaza por el centro comercial pero ahora tenemos que hacer más esfuerzos por atraer clientela”, afirma una vendedora de celulares.
Confían en que el “paro técnico” de dos meses sea real y no un cierre definitivo, exponen, pues de otro modo su trabajo también peligra.