Apenas gana para comer y las lluvias vinieron a perjudicarlo aún más.
Carlos Robles Cruz y su pequeña hija viven en la ampliación de la colonia Los Pioneros, junto al bordo prieto.
Mientras repara el techo de su humilde vivienda, construida a base de tarimas de madera, platica que el fin de semana fue a visitar a sus familiares en el Valle del Yaqui.
Cuando regresó el domingo en la tarde, refiere, encontró que las láminas de cartón de su casa ya no estaban.
Los vientos huracanados las levantaron y todavía no las encuentra, asegura, pero su ropa, sus enseres domésticos y todo lo que se encontraba en el interior estaba lleno de agua.
Tuvo que recurrir a algunos amigos en el valle, donde creció, para que en un ejido le regalaran unas láminas ya usadas, afirma.
Pero de volverse a presentar otra tromba como la del fin de semana, enfatiza, no van a durar mucho porque sólo están sujetas con tarimas de madera, sin clavos.
“No me va a creer, pero ni para los clavos tengo, además de que las láminas tienen muchos hoyos ya y de seguro cuando llueva nos va a perjudicar, pero esto es por lo pronto”, dice.
Durante los tres años que tiene en la colonia, enfatiza, se ha dedicado a recolectar envases de plástico por las calles.
Cuando bien le va, manifiesta, lograr recaudar 90 kilos en el día y cada kilo se lo pagan a peso.
Pero el martes, por ejemplo, sólo logró 70 pesos y de ahí tiene que sacar para pagar el terreno donde vive, la alimentación y la escuela de su pequeña hija.
Regularmente pagaba a una señora para que le cuidara y diera alimentación a la pequeña mientras él trabajaba, manifiesta, pero ya en los últimos meses no ha podido hacerlo.
“Pero tampoco me la quiero llevar a los lugares a donde trabajo porque incluso voy al basurón y como que no es un buen lugar para ella”, dice.
Sin agua, sin energía eléctrica ni drenaje, expone, vivir en esta colonia es un calvario permanente, sobre todo ahora que han llegado las lluvias y el calor intenso.
No ha acudido por ayuda al DIF porque hace algunos años perdió fe en esa institución cuando le negaron apoyo para su esposa, que todavía vivía con él.
“Pues necesito unos tres bultos de lámina negra, ojalá nos apoyaran, pero voy a seguir trabajando para ver cuánto saco para ir comprando ya de perdida una lona grande y cubrir la casa”, afirma.