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Con el arranque de una campaña de promoción al consumo de carne de cerdo, la actividad nacional busca rescatar el mercado nacional que con el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos se ha perdido.
Enrique Domínguez Lucero, director general de la Confederación de Porcicultores Mexicanos, asegura que a partir del 2004, los productores han perdido el 55% del mercado interno.
En 1994 las importaciones representaban menos del 3% de la oferta nacional, precisa, en tanto que hoy las compras de productos porcinos a los Estados Unidos han crecido, desde entonces, en más de dos mil por ciento.
Se ha llegado a niveles aún más altos en algunas otras fracciones arancelarias, expone, y eso representa para el país una fuerte sangría de divisas, cada día más difíciles de obtener con petróleo y remesa, y el sacrificio de un creciente número de fuentes de trabajo.
La campaña promocional comenzó este jueves en las principales estaciones de radio en el país, declara, aunque en principio fue en la capital del país.
“La depredación del sector pecuario de México fue iniciada al abrirse unilateralmente el mercado de cárnicos; esa irresponsable decisión fue tomada por los "negociadores" del TLCAN y ratificada por el Senado que no escuchó los planteamientos del sector productivo nacional”, argumenta.
El Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne) expone que le conviene abastecerse de producto nacional, sostiene, pero que los porcicultores del país no siempre están en condiciones de proporcionarlo.
“Pero esa declaración la hace cuando los estragos económicos y mediáticos de la emergencia sanitaria han afectado aún más el curso de la producción, el comercio del cerdo nacional y también su precio”, refiere.
Se cuestiona al sector porcícola cuando éste apenas recupera la solidaridad del consumidor nacional y recibe el reconocimiento generalizado a su esfuerzo, afirma, pero no revela que una de las causas de mayor peso que afectan a la porcicultura del país está en el abuso que se ha hecho de las importaciones.
A su juicio, la defensa de las importaciones y el abuso que de ellas se hace, produce a los interesados un margen de ganancia extraordinario con cárnicos importados a valor residual, pero cuya venta en el mercado mexicano no beneficia al consumidor.
“Hay abuso porque esos productos, que no cumplen con las normas de calidad y de inocuidad en su país de origen, entran sin restricciones y ponen en grave riesgo la salud pública de México”, define.
El gobierno, a través de la Secretaría de Economía ha privilegiado este modelo de abasto en detrimento de la producción nacional, sostiene, y por eso el mercado mexicano registra un nivel de dependencia alimentaria cada vez mayor, la cual seguirá en aumento mientras las importaciones sean rentables.
