Le hubiera gustado ser más la “feliz compradora” y no la “feliz vendedora” de los cachitos de lotería que con el número 10145 volvieron ricos de la noche a la mañana a varios cajemenses.
“Una semana, señor, una semana tuve ese número en mis manos”, relata doña Socorro Alamea Hurtado, quien en su expendio de la calle Sinaloa, detrás del teatro del Itson, se gana así la vida desde hace 14 años.
Lo bueno, afirma, es que no fue un solo comprador sino varios, por lo que la diosa fortuna bendecirá a varias familias de la región.
“Ya no son muchos los que compran la serie completa”, refiere, “pero a mi con que me suban las ventas aquí me conformo”.
Pero hay quienes, por agradecimiento, a veces les regalan un dinerito extra por haberle vendido el billete premiado, pero eso no había sucedido hasta la tarde de este miércoles, dice.
“Ya me tocaba vender el premio mayor”, asegura, “pero no me imaginaba que eso me traería a tantos reporteros, quisiera estar bajo tierra para que no me pregunten”.
Ya había vendido hace algunos años terceros premios y el más reciente fue un segundo premio hace tres años, manifiesta, pero es la primera ocasión en que sus clientes se llevan cinco millones de pesos.
Reconoce que los “cachitos” vendidos forman parte de la dotación de su esposo, José Medina Salazar, quien desde hace 32 años es un vendedor ambulante de estos billetes.
En su expendio también cuenta con boletos de sorteos de las universidades como Itson, Unison y Tec de Monterrey, afirma, así como el Melate, Pronósticos y otro tipo de sorteos.
Por su lado Medina Salazar afirma que él es feliz vendiendo billetes de la lotería en restaurantes, oficinas, hoteles, refaccionarias.
Tiene 32 años ganándose de esa manera el pan de cada día, enfatiza, y le ha tocado ser el afortunado vendedor de cachitos ganadores de un tercer premio, tres del segundo y ya dos del primero.
Se dio cuenta de que sus billetes habían sido los afortunados porque a las 4:00 horas del miércoles se levantó al IMSS para una cita médica y muy temprano dio un vistazo al periódico.
“Pues ojalá y ahora venda más”, anhela.