Aunque la producción ovina va en aumento en Sonora, todavía falta conocer más sobre las necesidades del mercado para ser competitivos, asegura Candelario Alberto Castillo Salas.
El presidente del Comité Sistema Producto Ovino en la entidad declara que si bien hay mucho potencial para esta actividad, todavía es una actividad reciente aquí.
La mayoría de los productores son pequeños y es frecuente encontrar en el traspatio de las casas dos o tres borregos o un pequeño rebaño cuidado sólo durante los ratos libres de los miembros de las familias, dice.
Para quienes se dedican a esta actividad, asegura, sólo la toman con “extra” o más bien la ven como un “hobbie” y no como una actividad empresarial.
“Sin embargo, cada día son más las personas que están cambiado su perspectiva y ven a la ovinocultura como una actividad complementaria a su negocio actual”, asegura.
La genética
La mayor parte de las explotaciones ovinas de Sonora tienen una mala calidad genética, deficientes programas de alimentación e inadecuados manejos en sus rebaños.
Frecuentemente, sostiene, los productores utilizan forrajes de mala calidad como esquilmos agrícolas o concentrados comerciales que no están formulados de acuerdo a las necesidades nutritivas de los animales.
Mediante la transferencia de tecnología se pueden resolver muchos problemas de manejo de hatos, afirma, pues no debe perderse de vista que hay una demanda nacional insatisfecha y por ello al momento se importan muchos animales.
Precisamente la integración de un Consejo Estatal de Ovinocultores pretende integrarlos para la compra venta de insumos y productos en común y establecer alianzas estratégicas con los actores del mercado, dependencias gubernamentales e instituciones educativas y financieras, precisa.
Y es que se requiere, ante todo, consolidar unidades de producción más competitivas y articuladas en redes para mejorar su nivel de productividad, generar productos con valor agregado para incursionar en los mercados con éxito.
Un estudio
En Sonora, dice, se hizo un estudio sobre esta actividad en zonas como Huatabampo, Navojoa, Benito Juárez, Etchojoa, Álamos, Cajeme, Bácum, Rosario, Quiriego, San Ignacio Río Muerto, Guaymas, Empalme, Hermosillo, Benjamín Hill, Santa Ana, Magdalena, Imuris, Cananea, Tubutama, Opodepe y Trincheras.
En esos municipios es donde ser observa una mayor actividad ganadera, incluyendo la ovinocultura, por lo cual deben atenderse sus diferentes características a fin de mejorar para atender la demanda del mercado.
Tiene que verse, cita, que el consumo principal de carne de ovino es la barbacoa en el centro del país, en un 95%, con estados como México, Hidalgo, Puebla y el Distrito Federal, principalmente.
Pero están surgiendo otros nichos de mercado como el cordero al pastor y la birria, en occidente y centro-norte, en tanto que el cordero lechal, como sustituto del cabrito y el mercado de cortes en grandes cadenas comerciales, restaurantes y hoteles, afirma.
Intermediarios
La ovinocultura sonorense debe prepararse más para hacerle frente a la demanda pero con valor agregado, sostiene, ya que la comercialización de borrego en pie depende aún de muchos intermediarios, salvo los del centro del país que venden directamente a quien hace barbacoa.
El resto de los productores tienen en medio dos o tres eslabones más, asegura, y eso complica al mercado porque los siete grandes intermediarios son al mismo tiempo los principales importadores de ganado en pie y carne congelada.
A través del Sistema-Producto Ovino en Sonora se pretende organizarse de tal manera que desarrollen la actividad con pastura artificial y producir corderos baratos para competir con otros países por el mercado de cortes baratos para la barbacoa.
Y existe también la gran posibilidad de cubrir el mercado nacional de cortes especiales que hoy en día se están desarrollando, así como exportar canales y cortes de mayor valor como piernas, lomos y Racks, afirma.