Cada vez que ocurre algún incendio en instalaciones públicas, en las cabezas de todo mundo inmediatamente surgen sospechas, porque se intuye que hay intenciones de ocultar cualquier tipo de fechoría.
Y en efecto, algo apesta en el connato de incendio que anteayer humeó los muros de la Casa de la Cultura en Cajeme.
Quien se introdujo conoce las medidas de seguridad instaladas en el edificio; regó combustible con intenciones de extender el fuego; llevándose baratijas de oficina, simuló el robo con violencia, pero todo hace suponer, que el nerviosismo traicionó al autor material…
La nota de InfoCajeme no lo señala explícitamente, pero persuade y da a notar que se trata probablemente de un asunto podrido y que el presunto pirómano trató de eliminar evidencias de algún tema escabroso.
Curioso que acontezca a cien días de la actual administración. Más curioso que suceda precisamente en la sede de una de las dependencias municipales cuyo nombramiento fuera mayormente cuestionado, especialmente, por quienes piensan que la burocracia de la cultura de Cajeme es su pertenencia.
No se trata de señalar a nadie, porque por igual la sospecha llega los que se fueron, como sospechosos aparecen los demás actores.
Se trata aquí de señalar a las instancias judiciales que el patrimonio de los ciudadanos cajemenses tiene daños, que ameritan investigarse a profundidad y pronto.
Las autoridades administrativas del municipio, deben asomarse de inmediato a los recovecos de las oficinas de cultura, porque se asoman sospechosamente fantasmas de la podredumbre.
Pero muy especialmente, el hecho aparentemente menor (menor claro ante el tronadero de granadas de las fechas), debe llamar la atención del Instituto Sonorense de Cultura y poner en guardia a las autoridades políticas de Cajeme.
Además, por la respetabilidad de la gestión municipal actual, toca a Manuel Barro, presidente municipal en funciones, meterle lupa a los asuntos financieros, contables y comerciales, pasados y actuales, de la conflictiva institución encargada de la cultura en Cajeme.
Y no hay duda que, estarán muy en alto las antenas de Poly Coronel, para esclarecer el sospechosísimo acontecimiento, aparentemente a cargo de algún incendiario aficionado, por lo visto, desesperado a tal punto, que estuvo dispuesto a dejar la zalea en el lance.
Jesús Noriega